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España se despide de las posibilidades de una medalla tras perder frente a la RFA

La selección española de hockey se ha despedido prácticamente de la posibilidad de una medalla, tras perder su primer partido contra la República Federal de Alemania por 3 a 1. Nunca, hasta la fecha, el equipo español ha sido capaz de derrotar a los alemanes occidentales en competición oficial, y esta vez tampoco ha sido la excepción, aunque a lo largo de la primera parte la posibilidad de romper el maleficio, pareciera al alcance de la joven e inexperta selección hispana.

Pero no todo está perdido para el técnico de la selección española, el holandés Bert Bunnik, quien, en un castellano chapurreado, seguía soñando en clasificarse para las semifinales: "Ganamos a India y luego empatamos con Australia", dijo; pero los indios, casi sin despeinarse, vapulearon al equipo anfitrión (Estados Unidos) por 5 a 1, mientras que los australianos, dando la razón a quienes los consideran favoritos, se han paseado ante Malasia, a la que derrotaron por 5 a 0.Con un juego fluido, inspirado y espectacular, los españoles daban la impresión de dominar el partido. Ni siquiera tras encajar un gol, consecuencia de un penalti-stroke materializado por Fisher, decreció esta impresión. Carlos Roca, 10 minutos después, tras una jugada preciosista, consiguió anular la ventaja. Se apreciaba cierta bisoñez en la selección española: mientras los alemanes occidentales habían aprovechado su primer penalti-stroke, ninguna de las cuatro oportunidades semejantes de nuestra selección fue aprovechada. Se llegó al descanso con igualdad en el marcador y con la impresión de que todo estaba aún por decidir.

Al poco de reiniciarse el juego, en una confusa jugada que fue protestada por los españoles, Krull consiguió-batir a Agut, el portero español. Allí acabó todo. Desde aquel momento, nuestra selección dio la impresión de deambular por el campo sin ganas y con moral de derrota. Los alemanes occidentales se crecieron, su superior precisión y fortaleza se hizo más y más evidente, su experiencia contrastaba con la ingenuidad de los españoles. A 20 minutos del final, los alemanes occidentales aprovecharon otro penalti-stroke para decidir el partido irremisiblemente. Los españoles no reaccionaron; el juego se volvió insulso, repetitivo. La impotencia española era totalmente evidente. El final del partido, un alivio.

En las gradas, contemplando el partido con cierta displicencia, se encontraba Horst Wein, el predecesor en el banquillo del actual entrenador de la selección, el holandés Bert Bunnik. Antes de comenzar ya había predicho la catástrofe, y no se quedó corto. Burinik, por su parte, parecía aceptar los hechos con resignación. Analizando el partido, admitió que su equipo se había venido abajo en la segunda parte, atribuyéndolo en parte a la decisión arbitral de conceder el segundo gol germano y a un paradón espectacular del portero Bassemir tras una de las mejores jugadas de ataque de los españoles. Circunstancias que, en definitiva, remitían a la falta de experiencia de nuestra selección, en la que tan sólo tres de sus componentes pertenecen al equipo que consiguiera la medalla de plata en Moscú.

La inexperiencia se paga. La renovación de la selección ha sido, quizá, radical. Pero la razón más profunda puede y debe buscarse en la falta de preparación. La selección de Pakistán, por poner un ejemplo, ha realizado una serie de 90 partidos de rodaje con vistas a los juegos; lo mismo puede decirse de la australiana. Los españoles se concentraron 15 días en La Molina, a temperaturas completamente diferentes del calor agobiante que han sufrido hoy en Los Ángeles, y jugaron tan sólo 14 partidos antes de llegar a los Juegos. Por si esto fuera poco, el césped artificial, que desde hace tiempo se ha convertido en regla de la alta competición de hockey, sigue siendo prácticamente desconocido en España.

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