'Roberta', un musical menor

No todos los musicales del Hollywood clásico tienen el mismo interés. Aunque dificil es no encontrar en cualquier película de los años treinta algún que otro número de valía, el conjunto de los filmes puede adolecer de precipitación, trivialidad o cursilería. Un poco de todo esto confluye en Roberta (1935), cuyo hilo argumental es tan soso como rebuscado, a lo que hay que añadir la aparición estelar de Irene Dunne, aséptica estrella de la época que pudo fascinar a los amantes de cierta gélida elegancia, pero que hoy dejará en la indiferencia a cuantos no compongan las filas de la mitomanía.

Lo mejor se encuentra en el dúo compuesto por Fred Astaire y Ginger Rogers, muy especialmente en el número en el que fingen una graciosa competición en su habilidad para la danza. La imaginación en la coreografía se acompaña de una admirable precisión en los movimientos. Por otra parte, el curioso pantalón que luce la Rogers en este número aumenta el valor de sus giros y la evidencia de que, contra lo que en algún momento se dijo, no era una bailarina menor.

Roberta no estuvo a la altura de La alegre divorciada, que la RKO quiso emular, especialmente por culpa del absurdo guió... La música de Jerome Kern pudo ser tan interesante como la de Cole Porter en el filme anterior, pero quedó ahogada por la ausencia de brío e interés en historieta tan tosca y previsible.

Roberta se emite hoy a las 21.35 por la segunda cadena, dentro del ciclo de cine musical americano.