Un fair play, en en entredicho
Los todopoderosos americanos comenzaron bien pronto a denunciar la arbitrariedad. de los jueces ingleses con comportamientos descarados en favor de sus compatriotas. Las denuncias alcanzaron situaciones graves y quedó en entredicho no sólo el ya famoso fair play, sino la idoneidad de utilizar jueces del mismo país en el que se organizaban los juegos. Los atletas norteamericanos desfilaron, finalizados éstos, paseando un león enlazado por las calles de Nueva York. Simbolizaban así que habían humillado al león inglés y el incidente alcanzó caracteres diplomáticos.Pero lo cierto es que las dudas sobre la imparcialidad de los jueces comenzaron a sembrar el descontento entre los asistentes. Sólo los aficionados ingleses, correctos siempre, pero informados por una prensa nacionalista, parecían desconocer el hecho.
Los incidentes se multiplicaron, desde anular la carrera de velocidad ciclista de los 1.000 metros (ganada por el francés Schifles) sin dar razones suficientes, hasta permitir que el ciclista inglés Meredith ganase en los 100 kilómetros a pesar de que fuera ayudado por un compañero que tiraba siempre de él cuando iba a ser doblado. También colocaron a los esgrimistas franceses, los favoritos, juntos en el mismo grupo para que se eliminaran entre sí. Al final ganaría el francés Gaston Alibert, quien no pudo sino declarar tras su triunfo: "Considerémonos afortunados porque no nos han quitado el botón de nuestras espadas". En los 4 X 100 metros ganaron con holgura los norteamericanos, pero un juez anuló su victoria porque entendió que se habían pasado el testigo fuera del límite permitido de 20 metros. El jurado dio la victoria al equipo de Gran Bretaña.
El escándalo de mayores repercusiones Regó con la prueba de los 400 metros, cuando los jueces obligaron a repetirla a la vista de que ganaba un americano, y la repetición se celebró con la sola presencia del corredor inglés Halswell. Desde entonces esta prueba ya no se celebra en línea, sino por calles separadas.
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