El Duque de Alba
Entre las muchas fotos de Cayetana niña, que Jesús Aguirre me muestra con fino sentido de la anécdota, una foto de Walter Benjamin (la que viene en los libros) y otra de Aranguren, que le hiciera Gigi Corbetta, como le recuerdo al Duque.-¿Y cómo haces estas cosas, Paco?
-Preguntando mucho y olvidándome luego de las contestaciones. Santander.
-.Santander es, para mí, el viento que le acosa a uno en una calle, o las piedras del paseo de Pereda. Las piedras, una por una.
-Eso es casi proustiano. La memoria.
-Sí. Yo he mantenido con Semprún largas conversaciones rememorativas, enumerativas de las piedras de Santander.
-La memoria, decía. ¿Qué importancia le concedes hoy a la memoria?
-Toda, muchísima, absoluta.
-Y la cultivas, a lo que veo. Tanto la memoria histórica de los Alba como tu memoria personal. La memoria puede acabar devorándote.
Sólo fuma puros. O yo, al menos, siempre le he visto fumar puros. Tiene el pelo blanco y joven y esa agilidad mental del hombre recién bañado.
Como le diría el príncipe de Salina, de Lampedussa, a su jesuita/capellán, conviene bañarse de vez en cuando.
-¿En qué sentido lo dices?
-Digo que lo que le concedemos a la memoria, quizá se lo quitamos a la especulación.
-Es muy cierto, pero no estamos en tiempo de especular. Yo recomendaría no especular. Mejor dejar las cosas como están. ¿Admiras a Haro TecgIen?
-Sabes que lo amo.
-Pues ya ves que no especula. Y es uno de los seres más inteligentes que tú y yo, Paco, hemos conocido.
-La foto de Benjamin.
-Sí, es la misma que dábamos en sus libros. Parece que no hay muchas fotos de Benjamin.
Estuvo en Ibiza ¿sabes? Y precisamente cerca de donde nosotros tenemos la casa. En San Antonio. Pero nunca se encontró bien allí. Se fue.
-La foto de Aranguren.
-Diría que Aranguren ha sido mi maestro si no sospechase que esa palabra no le gusta ni le suena bien.
(La otra noche, aquí en Liria, tuvimos un contertulio que soltó las verdades del barquero sobre Aranguren. Jesús Alba, duque de Aguirre, le defendió pausadamente, razonadamente, tranquilamente.)
-¿Es tu teología personal paralela de la de José Luis?
-No. Me parece que José Luis tuvo un momento de catolicismo sentimental que yo no he tenido nunca. Yo soy más mental.
-"Tuvo un momento". ¿Y hoy?
-Bueno, hoy, yo no sé si José Luis es católico, siquiera, porque lo veo poco. Por ejemplo, no estuvo en mi ingreso en la Academia de Bellas Artes.
-Su mejor libro.
-El mejor libro de Aranguren es Catolicismo día tras día, porque además resulta un libro casi narrativo.
No sé si esto de "narrativo" lo dice el Duque por deferencia hacia mí o qué. En todo caso, da igual. Traen la cerveza del tiempo y Jesús se apresura a comprobar, mediante el tacto, que está a la temperatura adecuada, a mi temperatura.
-Jesús, te voy a preguntar lo que se le preguntaría a un emigrante obrero en Alemania. ¿Qué te has traído de Alemania?
-En principio, el alemán, el idioma, que afortunadamente practico con Cayetana, que también lo habla.
(Llama al teléfono Cayetana, que está en Sevilla. Hablan entre ellos. Y luego: "Que está aquí Umbral". "Que se ponga". Y me pongo. Cayetana y yo cambiamos las palabras amables, entrañables, sinceras, directas, que son habituales entre nosotros.)
-Bueno, pues ya está -dice el Duque-; mañana me voy a Sevilla, a reunirme con ella.
Y me enseña un billete de tren.
-¿Por qué en tren?
Y me da complicadas explicaciones protocolarias.
-Estábamos con Alemania. El idioma, la música y la teología. ¿No es eso lo que te ha dado Alemania?
-Sí.
-Tú fuiste director general de Músicos, que no de Música. ¿Te dolió mucho que te echasen?
-No. Me había puesto un plazo en el cargo.
-La política musical española, hoy.
-No me parece elegante juzgar a los que han venido detrás.
-Karl Rahner acaba de, morir. Y fue muy influyente.
-Sí, pero mis maestros fueron otros.
Le pregunto por Weimar y los círculos prefascistas (no racistas) del poeta Stephan George. Naturalmente, no alcanzó nada de eso, después de la guerra. Se trataba, solamente, de fijar límites por la derecha.
-Teología y filosofía. ¿Cómo se desprende uno de la teología?
-Yo no me he desprendido, yo no comparto la famosa máxima de Ortega de que en la creencia se está. La creencia es viva, fluctuante.
-Dinámica.
-Eso. Dinámica.
-Madrid.
-La editorial Taurus. El problema no era editar ciertos libros, sino poder editarlos. Más la libertad de salir uno a comprar sus cigarrillos, cosa que ya no podía hacer como director general.
-Francfurt.
-La Escuela de Francfurt me ha dado, sobre todo, una osatura mental. Su rigor filosófico lo aplico hoy a otros problemas de la cultura y de la vida.
-Cayetana.
-Como tú sabes muy bien, Paco, en Cayetana es difícil separar a la mujer de la duquesa. Cayetana es la Casa de Alba y yo me dedico a esta casa.
(Ni Aguirre ni yo queremos decir, con esto que Cayetana vaya de duquesa, ya que no va para nada: pero es intrínsecamente Duquesa de Alba, y Jesús, naturalmente, ha entendido eso muy bien.)
-Cayetana es la Casa y la Casa es la Historia.
-En ti hay un político, Jesús, como en otros hay, a lo mejor, un futbolista dormido.
-Sí y no. Cuando me piden consejo, doy consejo. Me interesa el juego estético del político. Subrayemos lo de estético.
-¿Cuál es hoy, entonces, tu tirón profesional más fuerte, más apremiante?,
-Esta Casa. La administración y la investigación de esta Casa, que da materia para mucho.
-La aristocracia española.
-Desde la Casa de Alba no se habla mal de la aristocracia española.
-Pero dime cómo han reaccionado en cuanto clase, en cuanto grupo, ante la nueva Monarquía y el nuevo Régimen.
-Yo creo que las reacciones son personales, particulares, subjetivas. Cada noble es un caso.
-¿No hay una reacción grupal?
-Me parece que no.
-Bueno, y a ti ¿cómo te han recibido?
-Yo preveía reacciones hostiles. No se ha producido ninguna.
(Jesús Alba, Duque de Aguirre; mantenemos una nutrida amistad telefónica -suelen llamar sus secretarias-, que él casi prefiere llevar en verso, y de estos versos recuerdo el arranque gongorino de un romance: "Si por las tardes Aranda / por la mañana Olivares...". Es el hombre que ha acertado al mismo tiempo con el estantigüismo impresionante de los Alba y con la ironía, en verso o proa, de la grandeza.)
-La frivolidad.
-Qué frivolidad.
-Marbella.
-El verano pasado, en Marbella, yo sólo salí dos veces de casa. Y aquí, como sabes, sólo recibimos a los amigos.
-Aunque la frase te suene espantosa, ¿está la Casa de Alba obligada a ejercer un "magisterio de costumbres"?
-Yo creo que los españoles agradecen a los Alba que no hagan bobadas, y ya está.
Saco una página del Diez Minutos, revista para mí de mucha consideración, y se la alargo al Duque. En ella aparece con la Duquesa (todas las precariedades de la cuatricomía), y en otra con el Duque de Suárez.
-Ahí estáis, de Duque a Duque.
-Era una invitación de los Reyes. Venía Olav de Noruega.
-Ya. De la Escuela de Fran-
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cfurt al Diez Minutos. Te admiro mucho, Jesús, explícame eso.
Me parece que ya está explicado.
-Tienes razón. ¿Qué escribes?
-Mi Diario.
-¿Es social, mundano, filosófico, reflexivo, narrativo?
-Es bastante narrativo. Sólo hablo de lo que he visto y vivido. Raramente gloso una noticia del periódico.
(En cambio, cuando llegué, sobre el sofá estaba el Abc con el crucigrama hecho.)
-¿Y por qué ese desarrollo narrativo, y no especulativo, de lo que te pasa?
-Ya te digo que corren malos tiempos para la especulación. Por otra parte, la memoria es la memoria y cada día le concede mayor importancia, no porque tenga yo mayor trecho de cosas que recordar, sino porque la memoria, con los años, se hace más intensa y minuciosa.
-¿En qué estilo escribes?
-Depende del género. No se escribe igual un discurso para la Academia que un artículo urgente que le piden a uno de un periódico.
-Estás evitando contestarme. ¿Eres rememorativo, crítico, ácido, sentimental?, ¿cómo es la psicología del hombre que saca de ti el escrito¡?
-Rememorativo. Recreo las gentes que pasan por esta casa, qué, como te he dicho, ya sólo son amigos. La cosa no es publicable hasta dentro de años. Hay mucha gente viva implicada.
(Sospecho que soy uno de los damnificados. Pero me apasiona la psicología del escritor Jesús Aguirre, de cualquier escritor. El Diario parece bastante íntimo en cuanto que Jesús ha decidido escribir solamente, o casi, de aquello a lo que asiste personalmente. También tendría que decirle, y no se lo digo, que el Diario es un poco el refugio de quien renuncia a hacer una Obra, en cursiva: pero él, naturalmente, que lo adivina todo, me adivina el pensamiento.)
-Mira, Paco, yo, hoy, suscribiría todos mis sermones.
-Eso es quietismo intelectual, ganas no/ganas de rectificar.
-Pues claro que rectificaría muchas cosas. Me refiero a la temperatura.
(La temperatura. Me parece que le he traído a mi discurso irracional. Alba, de vuelta de Francfurt, el racionalismo y la teología, se entrega al ludismo de la memoria. Uno mismo, de vuelta de cosas parecidas, se entrega a lo mismo, y quizá por eso somos amigos y me dedica esta tarde.)
-Jesús: esto te lo habrán dicho muchas veces: todos esperábamos de ti más prosa. Prometías muchísima más prosa maravillosa.
-Soy terriblemente autocrítico. Y siempre, por otra parte, se me han cruzado tareas que me han impedido. escribir a gusto. Incluso en la lectura he tenido que iniciar una reeducación. En la lectura literaria, quiero decir. A mí me cuesta entrar en una novela, no me interesa, no me importa. ¿Por qué me voy a afligir yo con lo que cuenta ese señor? Y, por otra parte, ¿por qué voy entrar yo en la intimidad de ese señor, tan impúdicamente narrada, aunque las técnicas sean púdicas, y el lenguaje? Esto lo he resuelto leyendo/releyendo escritores muy fáciles, como Wodehouse, que me han habituado a la lectura no/crítica. Ya se explicará todo por sí mismo, al final. No me interesan, de momento, los novelistas llamados, "intelectuales".
-Marbella o la frivolidad.
-Ya te he dicho que, el verano pasado, sólo salí dos veces de casa, en Marbella.
-Sin embargo, aquí te traigo una página de la Prensa del corazón. ¿Cómo se -deviene de la Escuela de Francfurt a la Prensa del corazón?
-No se deviene. Yo pienso que los muchachos de la Prensa del corazón se están ganando la vida, y tengo que facilitarles el trabajo.
-Jesús, hablas con asombrosa brillantez. ¿No corres el peligro, como otros, de que la brillantez te arrastre a la inocuidad?
-Me controlo, me contengo, me limito, tanto en las cenas como en las Academias. Mis discursos sólo se escriben después de dichos.
-En todo caso, te lo has planteado. Te has planteado el problema, la tentación de la palabra fácil. Y lo has resuelto. Con eso me basta. Otros no lo han resuelto, se han dejado llevar.
-Me vigilo mucho en eso.
-Admirable.
Me acompaña hasta el jardín, a través de una casa que es como el Museo del Prado, pero en mejor. En mejor, porque es un museo humanizado, vivido, poseído, mucho más, incluso, que el Museo Imaginario de Ma1raux, porque aquí partimos. de un museo real para que un hombre imagine. Las gafas inteligentes, la sonrisa ambigua y los mocasines silenciosos. Podría uno haber escrito esta semblanza sin hablar para nada con Jesús, de tanto como uno lo conoce, pero ha tenido uno la honestidad (y permítaseme este "uno", tan barejiano, como homenaje a mi detestado Baroja), de someterse al trámite de la entrevista, de la pregunta/respuesta. Jesús viene conmigo hasta la grava del jardín. Nuestro último recuerdo, no sé por qué, es para Haro Tecglen. Quizá buscamos vínculos comunes, tardíamente, y en Haro hemos encontrado uno. "Recuerdos a Cayetana". "Recuerdos a María España".
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