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Participar es vivir

En Madrid existen 8.000 asociaciones, que agrupan desde los amantes de las botellas de cerveza hasta los aficionados al aguacate

En los últimos 30 meses, desde el 1 de enero de 1982, se han constituido en Madrid 1.325 asociaciones. El único móvil que justifica el fenómeno, la famosa tendencia innata de los humanos a agruparse por afinidades, se parcela y concreta luego en miles de aglutinadores diversos, desde los envases de cervezas hasta la lucha por la decencia y las buenas costumbres o el amor a los aguacates. Usted repare en alguna peculiaridad suya, la que sea, ponga un anuncio, y al cabo de un mes inscribirá su nombre y el de sus compañeros de aventura en el registro.Un repaso por las miles de fichas archivadas en el Registro Civil es una exploración sorprendente por el submundo de las pasiones cotidianas de los ciudadanos; un entramado de relaciones de personas que tal vez sólo tengan en común su amor por los perros perdigueros de Burgos; una multitud de parlamentos de salón comedor donde, de entrada, se coincide en lo fundamental, y es, como todo, una particular crónica histórica. No es casualidad que sea en los últimos años cuando se da el boom de las asociaciones de ayuda a los niños discapacitados en cualquiera de sus formas; es en 1982 cuando surgen decenas de asociaciones de afectados por el síndrome tóxico o cuando se crea la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear.

El progreso de la conciencia, los miedos de la gente, los hechos relevantes, los nuevos horizontes, se registran concienzudamente en las pequeñas y promiscuas fichas de archivo. Organización Universal para la Unidad Humana, Asociación de Creadores del Prét-á-Porter, Asociación Española de Holografía, Club de la Aventura, Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, Amigos del Aguacate, Club Español de Coleccionistas de Envases de Cerveza -la mejor colección de España, según un socio-, Asociación de la Comunidad Cristiana de Viudas de Madrid. Como un reflejo de la época, la antigua, llana y dicharachera Asociación de Amigos de la Buena Vida se transmuta en la moderna y sociológica Asociación de Bienestar Social y Calidad de Vida, que es igual, pero no es lo mismo.

"No quiero ser sólo un voto"

"Si no te asocias, te quedas reducida a ser sólo un voto". Así resume su filosofía vital Aurora Villena, promotora de la Asociación para la Solidaridad y la Paz entre los Pueblos, empeñada, junto con

Susana Díaz, Marisol Bejerano, Teresa Cánovas y los otros 70 miembros de la asociación, en remover la apatía que parece dominar a la mayoría de los 100.000 habitantes del populoso barrio de Usera.

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Aurora Villena está a punto de. cumplir la edad para jubilarse y no la aparenta en absoluto. "Luchamos por la paz porque los que, como yo, hemos conocido la guerra no queremos que nadie vuelva a pasar por una situación semejante. Pertenecer a una asociación significa rodearte de gente con tus mismas inquietudes, fortalecer los lazos humanos entre personas de tu mismo barrio o de otros, conocer sus problemas y hablar y enterarte de cosas que, si no te relacionas, a lo mejor no las prestabas atención". La conversación deriva hacia el tema central de sus preocupaciones actuales: el pacifismo y los enormes gastos de la carrera armamentista.

Las cuatro mujeres pertenecen cada una a dos o tres asociaciones del barrio. En Usera, tal vez porque es un barrio que carece de casi todo, existen siete u ocho asociaciones de vecinos, otras tantas de padres de alumnos y varias más juveniles y culturales. Aun así, su queja unánime es precisamente la extraña inhibición que parece aquejar a la mayoría de sus convecinos. "La gente piensa que el bienestar social es tener a su disposición la tele y el coche, y no es eso. La pena es que, si organizas algún acto o convocas una manifestación, la asistencia es masiva, pero luego, a la hora de trabajar diariamente, es otro cantar. También es cierto que en estos barrios contamos con muy pocos lugares que sirvan de punto de reunión, pero lo suplimos organizando actos informativos en cualquier sitio que podamos"; y Aurora añade, con un punto de desafío: "Vamos a dar una charla sobre pacifismo en la biblioteca de los Capuchinos, que son un tanto reacccionarios".

Para los firmes defensores de los valores del asociacionismó, el desánimo no existe, porque la animosidad es una cualidad consustancial al fenómeno. Las primeras víctimas,de sus afanes son sus propios vecinos, varios de los cuales forman ya parte de la asociación. "Pero nuestros amigos", afirma Susana, "nos tienen un poco de miedo. Esperan que cada vez que les vemos les demos la paliza, y es un poco frustrante que te miren como si fueses un testigo de Jehová".

Un caso único

La Asociación Española de Amputados es la única de su género que existe en Madrid y, posiblemente, en toda España. Su fundador, Manuel Gómez Gallego, de 29 años de edad, manco del brazo derecho desde los 23, concertó la entrevista a primera hora de la

mañana porque ese mismo día, viernes 22 de junio, se casaba a las siete de la tarde con la compañera de toda su vida, Ana María Álvarez.

Manuel Gómez recuerda la ausencia de dolor y el estupor por su tranquilidad cuando fue por su propio pie al botiquín de su empresa, después de que una máquina de rodillos para fabricar alfombras le destrozara el brazo derecho. "Mi madre aún no lo ha superado. Para mi padre fue también un golpe brutal. Tenga en cuenta que ocurrió en la empresa donde él llevaba años empleado y en mi primer día de trabajo, el 2 de octubre de 1978. Para mí fue un cambio absoluto en mi vida. Las manos son algo muy vital para una persona. Son tu principal vehículo de comunicación y expresividad. Tuve que aprender a bascular mi cuerpo hacia mi mano izquierda y tuve que volver a trabajar, como administrativo, en la misma empresa, a salir con los amigos y seguir mi vida".

Buenas intenciones y falta de recursos

La idea de formar la asociación surgió después, cuando Manuel se dio cuenta de lo fácil que puede ser dejarse hundir en la depresión. Buenos conocedores de esta circunstancia, los fundadores de la asociación la crean para asesorar y asistir a otras personas en su misma situación, y para sensibilizar a la opinión pública sobre la particular psicología de los amputados y el tipo de atención que requieren. Las buenas intenciones, sin embargo, no suplen la falta de recursos. Los socios no tienen aún un local propio ni medios para darse a conocer. Sólo un apartado de correos: el 61.082.

No todos sus 45 miembros son amputados. Algunos, como Ángel Alonso, terapeuta ocupacional en la ciudad sanitaria La Paz, están en ella porque, por su profesión o por sus historias personales, se sienten muy cercanos a esas personas que sufren, a veces durante años, el choque entre el intelecto y el cuerpo, al que aún le duele un miembro cercenado. Terapeuta ocupacional en la ciudad sanitaria La Paz, Ángel Alonso destaca la inutilidad de sus esfuerzos si luego, cuando se ha logrado que el paciente salve el bache psicológico y se familiarice con la prótesis implantada, la única salida que le ofrece el Estado es recibir una subvención por inutilidad. La caridad como recurso facilón. "Una persona que ha perdido un brazo o una pierna está rehabilitada realmente", sintetiza Alonso, "cuando paga la declaración de la renta".

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