Toros sí, toros no
Don Enrique Blanquebel, en la carta publicada en EL PAIS del 9 de mayo de 1984, titulada Taurófilos contra taurófobos, comete dos torpezas que de inmediato lo descalifican para opinar sobre algo.Demuestra ser un ignorante cuando afirma que los medios de comuncación están comprados, y por eso adulan a los aficionados y toreros hasta que nos convencen de una importancia que no tenemos. Demostrando, de paso, desconocer la historia de España y su pueblo, porque, si no, no les llamaría gamberros y miserables. Y ésta es su segunda torpeza, ya que nos demuestra que, además, de ignorante, es mal educado.
Repare que Televisión Española dedica como mínimo al deporte cinco horas semanales, más todas las noticias que se producen en torno al tema. La radio multiplica por 10 su tiempo de antena dedicado a la misma actividad, y la Prensa, dos páginas diarias al deporte, mientras que al mundo taurino no se le dedica un tercio del espacio que los toros merecerían, en función de su valor histórico y su potencial económico, social y cultural.
Tenga por seguro que, si efectivamente los medios de comunicación estuviesen pagados por nosotros, como afirma, la situación sería a la inversa, y contribuiríamos a preservar una manifestación artístico-cultural que no ha sido importada y que constituye un patrimonio de incalculable valor.
Admito que a usted no le gusten los toros, y le garantizo que a mí no me gusta que se maten las personas, el boxeo, que los futbolistas se den patadas y muchas otras cosas que, sin embargo, tengo que soportar.
Pienso que nadie le obliga a ir a los toros, pero también pienso que cada uno tiene derecho a escoger sus profesiones y aficiones sin que los demás se juzguen con el derecho de interferir y mucho menos de ofender como es su caso.
Repare en que el espectáculo taurino tiene sus orígenes en el País Vasco, alcanza las Landas y Provenza, y simultáneamente Portugal. Se extiende a toda la geografía española, con la unificación de los reinos, y se extiende al continente suramericano. ¿Es posible que este fenómeno sea fruto de la locura? ¿Del sadismo de miserables? ¿O es antes, y sobre todo, la consecuencia de la afirmación de fuerza de una cultura y del sentir de pueblos a quien les importa un bledo su raquitismo cultural. /
banderillero.
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