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De Vlaeminck suma el sexto triunfo belga en la Vuelta Ciclista a España

Luis Gómez

LUIS GÓMEZ ENVIADO ESPECIAL, Los triunfos por etapas parecen exclusivos de los belgas. Ayer fue De Vlaeminck quien pudo alzar los brazos al atravesar la meta y dejar atrás a Dejonckheere y Lieckens. llevan seis triunfos por etapas y un dominio absoluto en los sprints finales. Entre Cardona y Zaragoza -269 kilómetros- discurrió la etapa más larga, pero, contra todo cálculo, resultó demasiado rápida, hubo un adelanto de 40 minutos sobre el horario previsto y un promedio sorprendente de 40,149 kilómetros por hora. Delgado, el líder, no pudo entrar en el grupo de cabeza, al ser cortado por la caída del holandés Van Haerens ya en las calles de Zaragoza, y cedió quince segundos a algunos de sus contrincantes directos.

No hay tregua en la Vuelta a España y ello puede suponer que quien tenga el honor de ser el vencedor final quede descartado para otras empresas. Hinault sufrió en su rodilla derecha la sobredosis de esfuerzo que tuvo que emplear frente a los españoles en la pasada edición. Tal y como transcurre la actual, el desgaste que se opera en los corredores es superior al normal y' entre los españoles, hay hombres que quisieran ganar la Vuelta, pero que también tienen otros objetivos internacionales. Quizá sea, sin embargo, un precio que están dispuestos a pagar.La carrera de ayer tuvo una tras cendencia continua por las caídas y la velocidad promedio. A pesar de que Delgado y sus compañeros del Reyriolds llegaron a la salida con el control de firmas cerrado -"mira que estrenar el maillot amarillo y llegar tarde", decía el líder, quien tuvo que trasladarse a la misma en bicicleta-, la carrera fue insospecha damente rápida desde el principio. En el kilómetro siete saltaban los primeros corredores y el equipo Hueso. imprimía velocidad y saltos esporádicos para intentar cumplir con ese trámite absurdo de querer vencer en aquella ciudad donde está ubicada la marca patrocinadora. En ocasiones, y a hora temprana, la media alcanzaba los 60 kilómetros por hora.

Y fue tal la velocidad que la organización se sintió, en todo momento, desbordada. En algunas metas volantes los corredores llegaron casi cuando estaban colocando la pancarta. En la meta, bien engalanada y dispuesta con suficiente amplitud de espacio, hubo poca gente porque el adelanto fue de 40 minutos. El alcalde de la ciudad, Sáinz de Varanda, tuvo que emplearse a fondo para llegar al palco de autoridades con tiempo de ver el sprint final.

Entre los kilómetros 84 y 240, un grupo de corredores mantuvo la escapada más tenaz deja jórnada Sin embargo, ésta sólo registraba el dato interesante de ver cómo, en el paquete de cabeza, figuraba el italiano Giuseppe Saronni más que nada para justificarse. Tuvieron casi siete minutos de ventaja, pero, como suele ser habitual, fueron cazados.

Caídas

Y la velocidad y la mala señalización fueron origen de algunas caídas. El colombiano Corredor sufrió golpes en la cabeza, un corte profundo en la cadera y magulladuras en la parte izquierda de su cuerpo. Van Haerens alcanzó el suelo en pleno centro urbano de Zaragoza y llegó tambaleando a la meta. Pero esta circunstancia provocó una ruptura del pelotón en dos partes, ya que se estaba en el último kilómetro de la etapa. Delgado, el líder, fue el perjudicado porque se quedó en el segundo grupo y perdió quince segundos con relación a algunos de sus rivales. Culpó a la mala organización de las llegadas: "es inadmisible, una vergüenza. Cualquier día de éstos va a ocurrir un desastre cerca de la meta".

La paz no comenzará, pues, nunca, aunque la etapa sea de pronóstico reservado. La de hoy, por ejemplo, transcurre entre Zaragoza y Soria, con recorrido corto, 159 kilómetros, y pocas dificultades -sólo dos pqertos de tercera categoría-. No debería suceder nada, pero es ésta una opinión que ya nadie se atreve a lanzar. Alberto Femández, uno de los corredores que más suelen combatir en pos del triunfo, se muestra escarmentado y manifiesta que tiene que reservarse para la -contra reloj de montaña, cuando todos le imaginan atacando en los lagos de Enol. Son las consecuencias de una Vuelta abierta, en la que hay demasiados candidatos.

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