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Harald Schumacher,

portero de la selección alemana de fútbol, estrechará, al fin, la mano del presidente Pertini, ya que, malhumorado y nervioso, fue el único jugador de su equipo que no lo hizo cuando perdieron la Copa del Mundo ante Italia. El gesto se consideró una descortesía, y Schumacher está dispuesto a enmendarlo, por lo que mañana será recibido en el palacio de El Quirinal.

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