Violentas manifestaciones en Francia contra el plan de reestructuración de la siderurgia propuesto por el Gobierno
Varios heridos, como consecuencia de confrontaciones violentas entre la policía y los trabajadores siderúrgicos, se produjeron ayer en Marsella, Dunquerque, y sobre todo en la región de Lorena, la más afectada por el plan de reestructuración de este sector del acero, donde se suprimirán cerca de 30.000 empleos en los próximos tres años.
Todos los sindicatos convocan huelgas y se revuelven contra estas medidas, que, por otra parte, conllevan consecuencias políticas: esta nueva estrategia del Gobierno es tachada de "capitalista" por el otro partido de la mayoría, el comunista, y por una parte de los socialistas; cuatro parlamentarios de estos últimos dimitieron ayer del grupo que forma su partido en la Asamblea Nacional.Después de la reestructuración de la industria minera (nacionalizada), y de los astilleros, el Gobierno socialista francés, "dando prueba de gran valor", según comentario de todos los expertos en economía, ha encarado el tercer sector cadáver del alba de la revolución informática: el siderúrgico; en Francia, como en los demás países occidentales, la disminución del consumo del acero y la llegada al mercado de otros productos tecnológicos, ha arruinado lo que en otros tiempos fue el pulmón de la industria.
Desde ahora y hasta finales de 1987, cerca de 30.000 empleos desaparecerán en dicho sector; fábricas y altos hornos cerrarán o serán modernizados y se destinarán aproximadaméntle 15.000 millones de francos (unos 280.000 millones de pesetas) para la reconversión industrial. Estas son las tres ideas directrices del programa de renovación de la siderurgia francesa. La región más afectada, con mucho, es la de Lorena, donde ayer, como durante la noche del jueves al viernes, se produjeron incidentes de toda especie: un retrato del presidente François Mitterrand, fue quemado en público, la sede del Partido Socialista (PS.) de Longwi, población-corazón del acero, fue saqueada; el centro de recaudación de im puestos de otra ciudad, Thionville, fue destruido; a primeras horas de la noche de ayer, continuaban los enfrentamientos entre los obreros y las fuerzas del orden.
El Gobierno pretende variar este recorte drástico del empleo y anunció medidas sociales en las que unos creen más y otros menos: reducción del tiempo de trabajo, jubilación anticipada y, sobre todo, el pago, durante dos años del 70% de su salario actual a unos 10.000 obreros para que aprendan otro oficio.
Con estas nuevas medidas de reindustrialización, el Gobierno de Mitterrand ofrece una prueba rriás de su determinación total para llevar a cabo la modernizacíón del país, "cueste lo que cueste". Ese coste, en un primer tiempo al menos, será alto. Los socialistas, en efecto, de igual manera que los comunistas, habían proriletido sin lugar a dudas el aumento de la producción de acero, de carbón, y el consecuente aumento de puestos de trabajo. "La nacionalización de la siderurgia será la punta de lanza de la reconquista del empleo", afirmó Mitterrand en 1981. Pero, políticamente, la reestructuración de la siderurgia acrecienta una fisura ya abultada y grave en la mayoría gubernamental: ayer, el partido comunista, que participa con cuatro ministros,en el Ejecutivo, hizo público su "desacuerdo completo" con, las medidas adoptadas.
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