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Explosivos Río Tinto convoca a sus acreedores para firmar, pasado mañana, la refinanciación de la deuda

Los acreedores financieros de Unión Explosivos Río Tinto (ERT) han sido convocados, el próximo día 14, en un hotel madrileño, para firmar el contrato de reestructuración financiera de la compañía, que representa una solución definitiva a la situación planteada tras el anuncio de suspensión de amortizaciones de sus deudas realizado por la propia empresa en septiembre de 1982. Las modificaciones introducidas en este último contrato, especialmente aquellas referidas a la venta de activos para reducir la deuda, han contribuido a suavizar las posturas de los acreedores más reticentes. Todos los miembros del comité de acreedores (sreering commite) han manifestado su voluntad de firmar este documento, con la excepción del Banco Interacional del Comercio, entidad del grupo Banco Central. Al ser preciso alcanzar el acuerdo por una mayoría representativa del 97% de la deuda, y detentar el grupo Central casi un 3,5% de los créditos impagados de ERT, en manos de Alfonso Escámez, presidente de este grupo, está una buena parte del futuro del primer holding industrial privado español.

La convocatoria del próximo miércoles podría no pasar de ser un nuevo intento en este largo proceso negociador, que ya se prolonga casi año y medio. Todas las alternativas anteriores fueron rechazadas por un motivo u otro, mientras la situación derivada del incremento de los gastos financieros que se generaban empeoraba de forma alarmante la situación patrimonial de la entidad. No obstante, en este caso, fuentes próximas a ERT aseguran que la treintena de pequeños bancos disidentes, agrupados en torno al liderazgo del Deustche Bank, muestran una disposición sensiblemente más favorable para asumir el acuerdo, toda vez que se han introducido elementos correctores en el proceso de materialización de activos para reducir las deudas de la compañía, extremo que constituía el eterno elemento de fricción con los acreedores que tienen un menor contacto con la economía española cotidiana.Estas novedades se sintetizan en la introducción de un 30% de penalización para las operaciones de asset-swap (cambio de deuda por activos de ERT) y en la aceptación de una fórmula de debtor-swap (cambio de deudores). El primero de estos dos apartados mantiene la posibilidad de que cualquiera de las entidades acreedoras pueda cambiar total o parcialmente el importe de la deuda por activos de ERT a un precio aceptado entre los diversos interesados. Pero a esta posibilidad se añade un recargo del 30% en el valor del activo para el acreedor. De esta forma se intenta evitar la ventaja que representaría para los acreedores españoles, o los que están instalados en territorio español, la posibilidad del canje de la deuda por activos de ERT, en detrimento de quienes no mantienen relaciones económicas fluidas con nuestro país.

La segunda novedad, es decir, el debtor-swap, ofrece la posibilidad a los acreedores de facilitar la financiación de la compra de activos de ERT a terceros. Las cantidades así obtenidas serían descontadas del monto total de la deuda, a la vez que permitirá a los acreedores financieros que opten por realizarla una sustitución de sus riesgos.

El reste, de las condiciones se mantiene en fórmulas muy similares a las establecidas en el plan de reestructuración presentado por la compañía el pasado mes de octubre (véase EL PAIS de 21.10.83), donde se establecía como novedad en el mundo económico español la figura de los créditos participativos, por la que unos 55.900 millones de pesetas correspondientes a intereses de la deuda devengados y no satisfechos serían pasados al capital de la empresa, mediante la emisión de acciones preferentes con un dividendo del 4,5% garantizado. La deuda de ERT, estimada en 119.541 millones de pesetas, será satisfecha, entre otros procedimientos, mediante la venta de activos por un importe de 35.000 millones de pesetas, destinándose una parte sustancial de los resultados que la compañía obtenga hasta 1987 al mismo fin.

Negociacíón lenta y complicada

El proceso negociador con las 126 entidades que integran el cartel de acreedores de ERT ha sido lento y complicado. Cuándo a mediados del pasado mes de noviembre se lanzó un ultimátum a los acreedores desde la propia empresa, de acuerdo con algunos miembros del steering commite, surgieron serias discrepancias por un grupo de pequeños bancos, entre los que se encontraban algunos del grupo árabe. Varios representantes de este comité de seguimiento viajaron a finales de diciembre a París y Francfort para intentar disuadir a los más reacios de la necesidad de firmar el acuerdo ante la comprometida situación a la que se vería abocada la compañía ante el incremento de su deuda que representaban los intereses corrientes. No era suficiente que se hubiese establecido como precio de referencia, para los 71.000 millones de pesetas de deudas en divisas, la cotización del dólar en el mercado de Madrid el 30 de septiembre de 1983.Los viajeros regresaron sin haber conseguido su objetivo, y pocos días después, el 2 de enero pasado, José María Escondrillas, presidente de ERT, realizaba una rápida visita a París, de donde conseguía traerse el compromiso de una reunión con los representantes de los reticentes para cuatro días después. En esta reunión se aceptaron algunas de las modificaciones propuestas, se estudiaron fórmulas alternativas y el 2 de marzo pasado quedó lista la redacción final del presente proyecto.

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