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'El hombre tranquilo', un lugar en la tierra

Un exégeta del cine de John Ford resumió así su esencia: un canto a la relación del hombre con la tierra. Esto es exacto, pero falta añadir que las relaciones entre el hombre y la tierra que Ford convierte en canto, en música, no son en su cine la expresión de un equilibrio, de un acuerdo, sino, por el contrario, de la carencia contemporánea de uno y de otro, y, por consiguiente, de la nostalgia de aquel equilibrio, de aquel acuerdo.Todo gira, en el cine de Ford, alrededor del mito poético por excelencia, que es el del paraíso perdido. El hombre, en la poética de Ford, añora su perdido acuerdo con la tierra y, en su inagotable aventura, intenta recuperarlo. De ahí que Ford, en sus grandes filmes, introduzca en la estructura épíca de sus relatos -la epopeya es la expresión poemática de la búsqueda humana de un asentamiento, de un territorio- un sabor de tragedia.

Filme perfecto

En el cine de Ford, los hombres -sean cheyenes que escapan de la reserva y huyen hacia sus valles natales, galeses que evocan sus valles, emigrantes de caravana tras el rastro de una pradera, militares ocupantes de un desierto expolíado a los apaches, ganaderos que encuentran su raíz en una quieta aldea, granjeros que ocupan parcelas de tierra vengativa, irlandeses que sueñan en su patria de origen- se relacionan físicamente, casi visceralmente, con la tierra sobre la que pisan, pero ésta se les escapa de las manos como el agua de un manantial.El hombre tranquilo es uno de los filmes más perfectos de Ford. Trata de una tierra llamada Irlanda y de sus gentes. John Ford, aunque nació en un hogar de emigrantes, entre las nieves de un rincón norteño de los EE UU, se consideró siempre irlandés. Para Ford, ser irlandés no era una cuestión de pasaporte sino, a la manera celta, de forma de concebir los lazos del hombre y la tierra; no un accidente de nacimiento sino un mandato previo al nacimiento, es decir, cultura en sentido genético, no adquirida. Irlanda es para Ford un mito radical en sentido etimológico, un asunto de raíces que dio sentido a su paso por la tierra y, por consiguiente, a su paso por el mundo. Irlanda está siempre detrás de los grandes filmes de Ford, pero en El hombre tranquilo la trastienda se hace escaparate e Irlanda se apodera de los primeros terininos de la película. No es ésta una Irlanda real sino otra construida sueño a sueño en la mernoria de un niño llamado Sean Aloysius O'Fearna, nacido en 1895 en Cape Elizabeth, estado de Maine, que iba para comerciante de zapatos y que un tarambana hermano suyo, que había adoptado el seudónimo de Francis Ford, se llevó a Hollywood como telonero de las primeras películas de indios.

Cuando en 1952 Ford hizo El hombre tranquilo aquel niño tenía casi 60 años y colocó en la Irlanda soñada a aquel hermano garbanzo negro que le mostró el camino de la gloria. Francis Ford es en El hombre tranquilo el viejo moribundo que, mientras le dan la extremaunción, salta de la cama y va a ver una pelea. Es uno más entre la docena de personajes que Ford acarició en su idilio con la tierra perdida.

Ford, como un pequeño dios burlón, creó de la nada, y a su imagen y semajanza, a esta poética y divertida Irlanda de El hombre tranquilo. John Wayne, Maureen O'Hara, Barry Fitzgerald, Victor McLaglen, Ward Bond y los demás actores, todos en estado de gracia, fueron sus mediums en este poema de resonancias maternas, machista a la manera zumbona de las tradiciones gaélicas, donde humor y sentimentalismo, generalmente incompatibles, se funden en la mirada de una cámara capaz de capturar el derecho y el revés, este y el otro lado de las evidencias, o, si se quiere, de hacer amor y humor al mismo tiempo.

La perfección formal del filme se mantiene intacta después de tres décadas, y aún hoy deja boquiabiertos a quienes buscan en el cine la claridad como antesala de la hondura. Cada tipo es un hallazgo, cada situacion un alarde de inventiva, es decir de imaginación como negación de la fantasía, cada secuencia un acorde y cada plano una nota de esta sinfonía interior compuesta por un viejo trotamundos irónico en busca de un lugar en la tierra.

El hombre tranquilo se emite hoy a las 22.00 horas por la segunda.

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