El amigo Darío Fo
Darío Fo parece un autor español, y es evidente que España le ha adoptado. Hay algunas similitudes entre la Italia que describe, la de las clases desfavorecidas y una España empobrecida: el paro, la trampa, la picaresca, la inventiva, el humor negro. Las hay, también, en la manera de hacer teatro: géneros españoles algo perdidos ahora, como el disparate, el astracán, el juguete cómico, fueron la base de nuestro teatro popular desde finales de siglo hasta un tiempo después de la guerra civil. Un teatro del absurdo sin pretensiones intelectuales, casi superrealista sin pretenderlo, abultado, grueso, de risa traumática que hoy se ha barrido por el intelectualismo y la pretensión de autores y directores. Lo que ha sabido hacer Darío Fo es, precisamente, ser un intelectual y un político -ácrata, dentro de la línea radical a la italiana- capaz de poner una cierta agitación social en ese molde del teatro antes despreciado Hay, además, una decidida vocación de directores e intérpretes en aproximar la realidad de Darío Fo al sainete español. En ese caso, José Carlos Plaza, tan dedicado antes al teatro minoritario y selecto, y tan en contacto con el público ahora, ha dirigido con velocidad y popularismo a sus actores: a la cabeza de ellos, Esperanza Roy -galardonada anoche con el premio Fotogramas a la mejor interpretación teatral-, que hace una creación de su papel de Aquí no paga nadie, título que ya indica la naturaleza misma de la obra...
Con esta pieza de Darío Fo está terminando una serie de televisión que ha consistido en grabar directamente las obras de los escenarios españoles y pasarlas, tal cual, a su pantalla. Ha ayudado al teatro en una buena parte porque ha pagado cifras en tomo a los dos millones de pesetas por el derecho a reproducir el montaje; en otra, por la propagación del medio teatral.
Colaboración
La serie va a terminar el 6 de marzo con ¡Vade retro!, de Fermín Cabal, tal como la hicieron José Luis López Vázquez y Ovidi Montllor en el María Guerrero. Aún va a quedar teatro en esa cadena, pero ya sobre creación propia de Televisión Española: el día 13, La importancia de llamarse Emesto, de Oscar Wilde; el 20, Un domingo en Nueva York, de Norman Krashnar; el 27, Alicia en el París de las maravillas, que hace varios años lanzó a los escenanos a Miguel Sierra, y el 3 de abril, el Tartufo, de Molière, según la versión de Enrique Llovet, que fue un gran éxito de Adolfo Marsillach como director y actor, pero que esta vez estará interpretada por Agustín González, y con la realización de Juan Bass. A partir de esa fecha, una serie sobre un texto de Carmen Martín Gaite, Fragmentos de interior, en cuatro capítulos (el primero, el 10 de abril).Y ya no se sabe si Televisión Española va a seguir la misma colaboración con el teatro. De hecho, se están filmando -o grabando- ahora las obras de más popularidad o que los directivos de Televisión Española consideran, a su juicio personal, más interesantes; pero no está proyectada la nueva campaña, y no se sabe cuándo se pasarán, ni siquiera si se pasarán.
Aquí no paga nadie se emite hoy a las 21.30 por la primera cadena en el espacio La comedia.
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