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El Estado libanés se desmorona

Hacia la islamización

Beirut, capital árabe, cosmopolita y tolerante, empezó ayer a adquirir tintes islámicos cuando los milicianos chiitas de Amal recorrieron las tiendas de ultramarinos, los bares y restaurantes en busca de botellas de alcohol cuyo contenido vaciaron en las alcantarillas si antes no las habían roto golpeándolas contra el bordillo de la acera.En la céntrica calle Sadat, una patrulla de Hezbollah (partido de Dios), el ala más radical del chúsmo, conminaba a los propietarios de barras americanas a que cerrasen sus negocios mientras otros jóvenes barbudos en armas rompían con las culatas de sus fusiles de asalto las botellas que los camareros del hotel Commodore, donde se hospedaban los periodistas norteamericanos, se habían apresurado a esconder en los armarios.

Indignados por estos abusos, más de un cristiano libanés residente en el Oeste, zona predominantemente musulmana, afirmaba que "no se había opuesto durante 10 años al confesionalismo cristiano de las fuerzas libanesas (milicias cristianas unificadas) para tener que soportar otro confesionalismo autoritario, el islámico".

Nabih Berri, líder de Amal, pidió después excusas a la dirección del hotel Commodore, y poco después la radio nacional, en manos de sus seguidores, difundió nuevamente un comunicado en el que pide a sus partidarios en armas que actúen con discreción y corrección y cedan paulatinamente el terreno a la gendarmería libanesa, cuyo director general, Osman Osman, se entrevistó el martes por la noche con los responsables chiitas para poner a p unto un plan de seguridad pública para la capital libanesa.

El reducido despliegue de los gendarmes era aún ayer puramente simbólico, y las calles seguían siendo, probablemente por mucho tiempo, propiedad de los milicianos, que las recorrian en moto o en vehículos blindados arrebatados al Ejército y decorados con banderas verdes del color del Islam y retratos de los imanes Musa Sadr y Jomeini, al tiempo que disparaban al aire para abrirse camino, cuando no robaban a punta de metralleta algún que otro vehículo particular, preferentemente todo terreno.

Las consignas de Berri no eran escrupulosamente seguidas, y la dirección de Amal y su línea moderada quedará, sin duda, completamente desbordada en cuanto los milicianos drusos y palestinos rebeldes a Yasir Arafat que, provistos de artillería pesada, convergen estos días sobre Beirut Oeste, hayan logrado reforzar su presencia sobre el terreno, hasta ahora casi totalmente controlado por Amal. Es previsible que entonces, como en los viejos tiempos del dominio palestino sobre la capital, se multipliquen de nuevo los choques entre grupos teóricamente aliados contra un enemigo común: las fuerzas cristianas.

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