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Se celebran los XIV Juegos Olímpicos de Invierno en Sarajevo

El descenso, la velocidad con esquís

En eslalon especial, los esquiadores raramente llegan a superar los 50 kilómetros por hora. En gigante pueden rozar los 70. En descenso, la prueba reina del esquí que se desarrolla hoy, lo normal es bajar los tres kilómetros largos del recorrido a una velocidad media casi siempre superior a los 100 kilómetros por hora. A diferencia de las dos restantes pruebas alpinas, en que además del menor tiempo invertido influye la obligación de pasar por unas puertas determinadas, el descenso sólo es una lucha contra el reloj por un camino en el que las puertas sólo se colocan como simple orientación para que el esquiador tenga referencias de las curvas o de los lugares peligrosos.El riesgo es una moneda habitual. Se necesita tener unas piernas muy potentes, aparte de esquiar magníficamente, para no perder el equilibrio en cualquier viraje, muro o badén; en definitiva, para bajar sin caerse tras saltos de 30 metros o más. Por algo murió dos semanas antes de los Juegos, durante una prueba en su tierra natal, el ex campeón mundial austríaco Jozef Walcher, que se salió de la pista y fue a estrellarse contra un árbol. Y por algo la húngara Csilla Apjok parece seguir en estado crítico en una clínica de Salzburgo desde el 21 de diciembre. La esquiadora fue trasladada con graves lesiones cerebrales y fractura del brazo izquierdo al no frenar tras cruzar la meta en el entrenamiento del descenso de Haus.

El descenso, con características mucho más suaves, tanto en longitud de recorrido como en desnivel, comenzó con el siglo, igual que el eslalon. Son las pruebas pioneras. En el descenso se ponen a prueba los reflejos, la potencia física y el coraje. Para alcanzar medias superiores a los 100 kilómetros por hora en un desnivel entre los 850 y 1.000 metros (las mujeres siempre menos, entre 500 y 800), se superan los 130. Suelen ser dos minutos vertiginosos.

De ese vértigo por la velocidad surgió la carrera por el récord del kilómetro lanzado, que anualmente se intenta en las pistas italianas de Cervinia y en algunas ocasiones en las chilenas de Portillo. Los 200 kilómetros por hora hace ya años que fueron superados. La sofisticación en el material y en las técnicas empleadas es aún mayor que en los descensos normales, donde se han alcanzado ya límites insospechados, con trajes, cascos y bastones curvados para conseguir el mayor aerodinamismo posible.

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