Un extraño relato
Horizontes perdidos, el filme que Frank Capra dirigió en 1937 comienza con un estilo documental: el hombre del Este evacua a los blancos supervivientes de la revolución vivida en una ciudad china. Con ello, el cine norteamericano quizás se apuntara seguramente un juicio sobre cuanto sucedía, para su asombro, en aquella parte del mundo.Pero el filme gira rápidamente hacia mundos más brillantes y fantásticos, aunque también con la mentalidad con que Hollywood podía imaginar el paraíso asiático, sus leyendas, sus mitos: los supervivientes son, a su vez, secuestrados hasta un turbador valle en el que nadie envejece pero del que no se puede escapar.
Ver hoy Horizontes perdidos es un riesgo excitante: poder concretar exactamente su entidad y abandonar los recuerdos, ya lejanos, que esta película ayuda, por sus exóticas imágenes, a distorsionar. Puede provocar entusiasmos o risas negativas.
Parece poco probable que lo segundo pueda producirse por torpeza del director o por excesiva blandura. Los dos títulos que emparedan en su filmografía a Horizontes perdidos son nada menos que El secreto de vivir y Vive como quieras, dos comedias admirables, de un optimismo incauto pero estimulante, ingeniosas y divertidas, que explican con verosimilitud el ambiente esperanzador que había sido promovido desde el Gobierno de Roosevelt: con él, había que superar las estelas de la grave crisis de 1929 y Frank Capra fue, probablemente, el cineasta que más se comprometió con tal mensaje. Apuntó su cine hacia esa meta en la convicción sincera de que el sueño americano debía ser eso.
La película de hoy no es tanto una comedia como una poética historia de amor. Las entusiastas críticas que recogen los estudiosos de Capra, señalan con frecuencia las hondas impresiones personales que recibieron sus autores. Hasta la malidicente y entrometida Louella Parsons se emocionó con el filme y comentó con fervor el trabajo de los actores.
Capra tenía, efectivamente, un especial cuidado con los intérpretes. Mientras que, por un lado, se negaba a hacerles pruebas "por considerarlas injustas para ellos", el espléndido secundario Edward Everett Horton escribió con detalle la forma en que Capra le dirigió en este filme, describiendo ampliamente aquella secuencia en la que él debía manifestar temor y el director, para concretarle lo que quería, le escondió en un ensayo tras una cortina con un sable en la mano cuando, en la secuencia real, el actor debía estar al otro lado de la cortina y blandiendo sólo una hoja de papel.
Horizontes perdidos se emite hoy a las 16.00 por la primera cadena.
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