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Baloncesto: Recopa

El Real Madrid no pudo evitar poner un 100-50 en el marcador

Luis Gómez

Si en cuatro minutos la diferencia era de 10 puntos en 24 minutos la ventaja madridista se había convertido en 50 puntos. Faltó un poco para que la progresión hubiera resultado geométrica, pero en definitiva el encuentro que el Real Madrid disputó ante el Pardubice checo no dio nada más que para este tipo de cálculos. Ni siquiera Lolo Sáinz pudo sentir la satisfacción de haber presenciado un buen entrenamiento, porque el conjunto rival no tenía entidad ni para eso, así que se aprestó a realizar una concesión generosa y permitió que tres jugadores juniors, Simón, Marcos y Orenga, se estrenaran en lides internacionales, lo cual es un recuerdo siempre entrañable, siempre estadístico sobre todo si alguno llega a figura, y emocionante si en la grada se encuentran los compañeros de colegio. Simón, Marcos y Orenga tuvieron un poco de todo eso y además una buena oportunidad de no quedar en entredicho ante el rival. Con estos tres jugadores en cancha, el Real Madrid no vio reducida, en un sólo punto, la ventaja que ya habían cosechado minutos antes los profesionales.A los checos se les notó enseguida su poca entidad de equipo y no fue por el pobre aspecto que daban ataviados con unas camisetas de un azul desgastado. Parecían de prestado. Robinson dio comienzo al festival con una tanda acertada y dominadora y el encuentro se acabó nada más empezar. Ya en el descanso, la diferencia era abrumadora (53-32) y en el minuto 5.55, en el que el reló se paró un momento, el público pudo presenciar cómo también el marcador participaba en el lucimiento, al señalar un redondo 100-50. Entretanto, Lolo Sáinz se había limitado a poner una zona 2-3, con Corbalán y Velasco de bases y Martín, Rullán y Romay para los rebotes, táctica suficiente, con personal nacional y que permitió al Real Madrid ponerse en los 50 de ventaja.

Sin embargo, y como la cosa no era para tanto, cambió de táctica poco después y empezó a sacar juveniles. La cara de Wilson Simón García, antes brasileño y ahora español, era resplandeciente. Pequeño él, suplente del suplente de Corbalán, podía al fin entrar en juego y lo hizo con una esplendorosa sonrisa. Pocas veces se ha visto a un jugador salir a la cancha tan relajado, tan despreocupado y menos en un debú internacional. Evidentemente, le había perdido el respeto al rival en el banquillo.

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