El factor humano en la recuperación comunista
Recuperar para la clase obrera un partido revolucionario con la entidad que alcanzó el PCE es tarea difícil pero no imposible, según estima el autor de este artículo. En su opinión este empeño puede lograrse porque el pueblo conserva un buen recuerdo del comportamiento comunista en la lucha contra el terror franquista.
En el congreso de unidad de los comunistas, que se ha celebrado el pasado fin de semana, han participado militantes experimentados tras largos años de lucha contra la dictadura franquista y por la democracia, contra el imperialismo y por una sociedad sin clases antagónicas que resuelva, en favor del pueblo, la grave crisis del capitalismo que, para salvar sus privilegios, lleva a la humanidad a la guerra, al paro y al caos.El 28-O los comunistas sufrimos una derrota electoral. Se dijo que habíamos sido barridos del mapa político español. En Cataluña la derrota del PSUC fue sonora (de ocho diputados se perdieron siete). Carrillo, el gran cacique, dimitió. Gutiérrez Díez y sus socios no dimitieron. Meses antes habían roto el partido en dos, previo desmantelamiento de agrupaciones y de todo lo que se les ponía por delante, "erradicando" prosoviéticos y afros. Su eurocomunismo había sido despedazado en el V Congreso del PSUC, repudiado el proyecto euro -incapaz de generar, crear o elaborar una ideología revolucionaria- y, a su vez, eficaz para enfrentar y dividir a los militantes corrompiendo su ideología, su línea política, sus métodos y su democracia interna.
El V Congreso tuvo enorme resonancia porque enterraba mitos, estamentos, vicios como el culto a la personalidad, hombres robots y destronó a notables que se habían convertido en centros de decisión irregulares. El V Congreso fue y es la piedra de toque donde, la imagen de Carrillo y sus incondicionales retrataba su endeblez ideológica y su oportunismo en defensa de sus particulares intereses. Las funciones existentes se alzaron contra los acuerdos congresuales, se lanzaron a la caza de brujas cometiendo toda clase de desmanes bajo la protección carrillista, destacando los "banderas" llamados blancas por el descolorido de sus tintas. Ni Franco ni la CIA lo hubieran hecho mejor.
El V Congreso fue como un terre moto, un movimiento telúrico que removió hasta las entrañas, los valores revolucionarios del comunismo que estaban puestos en cuestión. Abrió esperanzas mil en miles de militantes. Fue un ejemplo en momentos de descrédito de los partidos políticos, y un ejemplo de recuperación democrática. Las bases del partido eran sanas, se mantenían fieles a su condición comunista. Los dogmáticos euros movilizaron sus huestes y el Tejerazo fue como una señal para intensificar el ataque a los comunistas de pro.
Parecía como si los poderes fácticos hubieran impuesto al carrillismo esta exigencia. Vaciado el PCE, como al PSUC (de los 17.638 militantes que había el 15 XI-1981 no renovarán al carné en 1984 ni 3.000), de una gran parte de su componente humano, materia prima insustituible en todo partido político, quedan como una plataforma electoralista, presta a aprovechar toda oportunidad de subsistencia. Recuperar para nuestra clase obrera un partido revolucionario con la entidad que alcanzó el PCE, no es tarea fácil. Sencillamente es necesaria. Se necesita constancia, coraje e inteligencia, tiempo. No se parte de cero y el factor humano que logró lo que a veces considerábamos inalcanzable, junto a las más recientes generaciones, tiene que renovar las mejores tradiciones de lucha, de oferta, de elaboración del proyecto comunista, de alternativas para la solución de problemas inmediatos y acuciantes, que hay que abordar y resolver sirviendo a todos, a la comunidad, y no a minorías privilegiadas...
Nuestro pueblo conserva un buen recuerdo del comportamiento comunista, de los miles que cayeron o perdieron su salud, su juventud y bienestar en la lucha contra el terror franquista y que hoy nos permite ir saliendo de la incuria mental en que nos sumió la dictadura. Conservamos la memoria de los que dejamos en el duro camino recorrido, pendientes aún de alcanzar metas emancipadoras justas y dignas. Los dos años de existencia del PCC (Partit dels Comunistes de Catalunya) demuestran que es posible.
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