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Reportaje:

Los ultraligeros, volar seguro a 35 kilómetros por hora

Antonio Guerrero

Los ultraligeros o ULM (aerodino ultraligero motorizado), como se les denomina oficialmente, nacieron en 1979 en Estados Unidos y su alumbramiento fue bastante casero. A alguien se le ocurrió poner un pequeño motor de motosierra a las cometas, o alas delta, para evitarse el trabajo de tener que desmontar la cometa después de cada vuelo y remontar de nuevo la pendiente, lo que le hacía depender de un apoyo logístico en coche. El motor les ayudaba a levantar el vuelo, y luego, cuando ya estaban en el aire, lo paraban y planeaban como siempreSin embargo, los vuelos seguían siendo cortos, por lo que continuaron experimentando. Primero les pusieron unas ruedas, pero no era suficiente. Más tarde, gracias a la utilización de los nuevos materiales empleados en los programas espaciales, los fueron perfeccionando, dándoles más forma de avión, hasta llegar a la actual estructura, que recuerda mucho a los legendarios planeadores fabricados por los hermanos Wright, aunque de un tamaño mucho más reducido. El 13 de octubre de 1981 voló en Estados Unidos el primer biplaza. Según un ingeniero aeronáutico, el principio de estos aviones es sencillo: al ser ligeros necesitan poca sustentación, por lo que precisan menos velocidad y ofrecen menos resistencia al aire.

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Alas, pedales y timón

Volar en un ultraligero es como volver a los orígenes de la aviación, pero con bastante más seguridad. Según un piloto experto, volando a una velocidad normal (más de 31 kilómetros por hora) la caída sería como desde una bicicleta". En caso de parada de motor a unos 35 kilómetros por hora, que es la velocidad de despegue, la caída sería de un metro y medio por segundo (menos de la que alcanzaría una persona al saltar desde el techo de un automóvil), al planear como una cometa.

Además, aunque el mínimo exigido por la Subsecretaría de Aviación Civil para una pista de aterrizaje de escuela es de 150 metros, un monoplaza puede aterrizar, en caso de emergencia, en un espacio de 20 o 30 metros. Las compañías de seguros no dudan de la seguridad de estos aparatos y en las pólizas conceden una franquicia de 40.000 o 50.000 pesetas que prácticamente cubre cualquier desperfecto que pueda sufrir un ultraligero.

Desarrollo en España

En España se comenzaron a ver hace dos años. Algunos aficionados a volar los habían visto en el extranjero y se trajeron los primeros aparatos. Ellos fueron también los que buscaron la información sobre nuevos adelantos y modelos y los que comenzaron a formar las primeras escuelas y a enseñar a los nuevos pilotos.Pero no había ningún tipo de reglamentación, ni para la titulación de profesores y alumnos ni para poder volar, a pesar de que varios expertos se reunieron con los responsables del Gobierno para establecer las normas necesarias.

Actualmente las cosas han cambiado algo, aunque todavía están en pañales. En España no hay más de 50 o 60 aparatos repartidos entre las escuelas, mientras que en Estados Unidos se han vendido unos 25.000. A pesar de ello, los expertos opinan que en cinco años habrá en nuestro país entre 3.000 y 5.000 ultraligeros, aunque en la actualidad los precios oscilan entre 750.000 (los monoplazas) y 1.500.000 pesetas (los biplazas).

La tan deseada normativa sobre ULM fue publicada en el Boletín Oficial del Estado el 9 de abril de 1983 y, según los pilotos, es una de las más avanzadas de Europa. Este repentino interés oficial se ha visto reforzado con la creación de una escuela dependiente de la Subsecretaría de Aviación Civil.

Aprender es fácil

Aprender a volar en un ultraligero no ofrece ninguna dificultad, según se desprende de las opiniones de profesores y alumnos. El único requisito obligatorio es presentar un certificado médico que declare apto para el vuelo al futuro tripulante. Las enseñanzas se pueden recibir en cualquiera de las 20 escuelas existentes en España, donde el precio de un cursillo suele rondar las 75.000 pesetas, garantizándose las clases hasta la suelta, cuando el alumno vuela solo, sin nadie a su lado. Algunas escuelas justifican este precio comparándolo con las 250.000 pesetas que puede costar un título de piloto civil. El equipo del alumno es mínimo: sólo es obligatorio el casco, y aconsejable un mono en invierno y unas gafas.El tipo de personas que acuden a estas escuelas es, por lo general, gente que vuela en otro tipo de aparatos, pero también hay algunos que jamás han pilotado en su vida nada que se levante del suelo. Los hay de todo tipo de profesiones o estudios, y de edades comprendidas desde los 18 años (edad mínina) hasta los 64.

El curso de vuelo tiene normalmente una duración de seis a ocho horas, en clases de 30 o 40 minutos, y desde el primer día se vuela con un profesor. Durante la semana anterior se da un curso de teórica, de dos horas diarias, en el que se estudia aerodinámica, meteorología, maniobras en el aire, emergencias y todo lo que después será de utilidad durante los vuelos.

Un día, después de comprobarlo dos profesores diferentes, el alumno se somete a la suelta, y si todo va bien recibirá su carné de tripulante, que le permitirá volar en un ultraligero. De la facilidad de aprender da fe un malagueño, paralítico de ambas piernas, que se ha soltado en un aparato preparado especialmente, después de tres horas y media de cursillo.

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