Australia ganó ante Suecia su 25ª Copa Davis
Pat Cash saltó de alegría, lanzó los puños al aire y se encaramó sobre su capitán, Neale Fraser. Más de 12.000 espectadores, entre ellos el primer ministro australiano, Bob Hawke, también brincaron de alegría. Australia acababa de conseguir el punto decisivo que le otorgaba una ventaja inalcanzable en la final de la Copa Davis frente a Suecia. Pat Cash se impuso a un nervioso Joachim Nystrom por un contundente 6-4, 6-1 y 6-1 en apenas 99 minutos. De esta forma, Australia se colocaba con una ventaja de 3-1, y alcanzaba su 2,9 victoria en la Copa Davis. En el último partido, ya con, todo decidido, Mats Wilander ganó a John Fitzgerald por 6-8, 6-0 y 6-1.
Australia consiguió ayer, con un equipo muy inferior al de sus mejores épocas, su 25º victoria en Copa Davis, y la primera desde 1977, cuando derrotó a Italia, también sobre hierba. Australia acorta así distancias con Estados Unidos, que mantiene el récord de victorias en esta competición, con 28 triunfos.El ejecutor del triunfo fue Pat Cash, que culminó el trabajo iniciado por John Fitzgerald el lunes, que ganó a Nystrom, y Edmonson y McNamee el martes, que derrotaron a Simonsson y Jarryd. Ha sido un trabajo de equipo. Cash se ha convertido, a sus 18 años, en el jugador australiano más joven que consigue el triunfo en la Copa Davis. Cash, sonriente, comentó: "Desde mi infancia soñaba con ganar la bola de partido que diese la Copa Davis, a Australia. He cumplido mi sueño".
La victoria de Cash fue muy fácil. Ante él encontró a un Nystrom. que temblaba de nervios. "Desde el principio vi que Nystrom no jugaba tan bien como él sabe", comentó Cash. "No recuerdo haber jugado bajo una presión tan grande como la de hoy, pero he respondido mejor que el sueco". El partido comenzó muy bien para Australia. Nystrom, de 20 años, cedió su primer servicio. Cash arrasaba con sus ataques, empujado por los gritos del público. Nystrom. logró recuperarse: a duras penas. Empató a cuatro juegos. Pero no supo aprovechar el momento de duda que entonces tuvo Cash, y perdió de nuevo su servicio. En ese momento acabó el partido. Cash se impuso por 6-4 en la primera manga, y humilló a su deshecho rival con un doble 6-1 en los siguientes sets.
Un padre con sus hijos
Cash saltó sobre Fraser, y pronto se unieron Fitzgerald, el número uno aussie, y los dos miembros del doble, McNamee y Edmondson, que estaban sentados en la grada. Era todo un símbolo de la labor de equipo llevada a cabo por los vencedores. Y como ponía de manifiesto un comentarista de televisión, Fraser parecía un padre orgulloso en medio de sus hijos, de sus hijos los jugadores, y de sus hijos los 12.000 espectadores que agotaron todas las localidades hace más de seis semanas.Para Cash fueron los mayores piropos pospartido. El mismo primer ministro, que no se ha perdido ni uno solo de los cinco partidos de esta final, elogiaba la extraordinaria madurez de su juego. Si el martes fue McNamee quien jugó el partido de su vida, ayer fue Cash quien jugó como nunca, sobre todo el último set, en el que se impuso con una autoridad incuestionable.
Nystrom, muy apenado, no pudo justificar su juego: "Estoy decepcionado, pero creo que Australia ha jugado mejor y merecía el triunfo. Si volvemos a encontrarnos con los australianos el próximo año, será en Suecia y los partidos se celebrarán sobre una lenta tierra batida, lo más lenta posible".
Aún en plena borracherra del triunfo, entrevistado en la misma pista por los altavoces del estadio, Cash ponía de manifiesto la importancia tanto del trabajo de todo el equipo australiano como del apoyo del público, "que ha sido magnífico".
Ciertamente han sido estos dos los factores decisivos para que un país que no tiene ningún jugador entre los 15 primeros del ranking mundial -un detalle que ayer nadie parecía recordar aquí en Australia- ganara el título mundial de tenis por naciones.
Por una parte Fraser ha sabido crear a su alrededor un verdadero equipo. Hace unos meses aconsejó a McNamee y a Edmondson que formaran pareja en dobles. Anteayer, después de haber jugado únicamente 11 partidos juntos, derrotaron rotundamente a la pareja sueca, considerada la segunda del mundo. Y a pesar de la mala forma demostrada en el último mes por Fitzgerald y Cash en el reciente Open australiano, Fraser mantuvo su confianza en ellos para los partidos individuales, conocedor de que ambos se superan considerablemente cuando se trata de partidos de la Copa Davis.
La importancia del público
Y por encima de todos ellos, 12.000 espectadores con más ansias de triunfo que los mismos jugadores. Ni siquiera les importó la victoria de Wilander en el último partido, jugado al mejor de tres sets al haberse decidido la eliminatoria. Era ésta la final de la Copa Davis que más expectación había levantado en Australia desde principios de los años sesenta, la época dorada de los Laver, Rosewall y compañía. Unos espectadores a quienes en una ocasión tuvo que llamar la atención el mismo juez de silla, por aplaudir dos dobles faltas consecutivas de Nystrom, el primer día de competición. Un público que, tras la victoria del Australia II el pasado 27 de septiembre, no parece ver límites en las aspiraciones deportivas de su país. No en balde las gradas del estadio de Melbourne estaban plagadas de banderas con el canguro boxeador, el símbolo del famoso ganador de la Copa América.
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