Los montañeros celebran el cincuentenario de la conquista del Torreón de los Galayos
La primera escalada al Torreón de los Galayos, de la que este año se cumplen 50 años, marcó un hito en el montañismo español. La realizaron Teógenes Díaz y Ricardo Rubio, por la cara oeste y con unos medios arcaicos, abriendo una vía que hoy está considerada como difícil. Años antes se habían conseguido otras cimas importantes, como la del Naranjo de Bulnes, pero esta escalada tuvo mayor resonancia porque ya existía bastan te afición por el montañismo en el país.El Torreón (2.100 metros), situado en el Galayar de la sierra de Gredos (Ávila), es un risco de más de 150 metros que alza sus verticales paredes rocosas sobre La Apretura. Antiguamente también se le llamó El Pilón. Su esbelta silueta fue elegida para figurar en el emblema de la Federación Española de Montañismo.
La idea de escalar este risco, considerado inaccesible por aquel entonces, nació en el edificio de la Compañía Telefónica en Madrid. Teógenes Díaz, marmolista de profesión, llamó a su amigo Ricardo Rubio, que se encontraba sin trabajo, para que le ayudara a reparar unas losas que se movían en el décimo piso del citado edificio. Trabajando allí, mientras descendían a los pisos inferiores con la técnica montañera del rappel, se les ocurrió la posibilidad de escalar el Torreón.
Comunicaron el proyecto a Ángel Tresaco, compañero de cordada habitual de Teógenes, para que les acompañara en su aventura, pero este declinó la invitación para evitarse posibles problemas en su trabajo. Por esta razón Teógenes y Ricardo decidieron ir formando cordada. Ambos eran miembros del Grupo de Alta Montaña de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara.
El viaje hasta Gredos lo realizaron por separado. Mientras Ricardo lo hizo en bicicleta, Teógenes fue en coche de línea, al no contar con una máquina adecuada. Se reunieron en el pueblo de Arenas de San Pedro (Avila) y, desde allí, fueron caminando hasta llegar al pie del Torreón, acampando junto a la canal. Esa noche cenaron patatas con bacalao.
"Era lo más barato y estábamos a dos velas", comenta Teógenes Díaz, el cual, a pesar de haber pasado diez años en la cárcel al finalizar a guerra civil, se conserva extraordinariamente bien gracias a haber practicado, además de montañismo, esquí y atletismo.
Al amanecer del día 14 subieron por La Apretura y, a cierta distancia, estuvieron observando el Torreón con el fin de elegir la cara más accesible. En principio no les gustó la cara oeste, por lo que se dirigieron hacia la canal que separa a la Aguja Negra del Torreón, que estaba cegada de nieve. Con mucha precaución, ya que iban calzados con abarcas, subieron por la rimaya, "no llevábamos nada más; por aquel entonces ni se conocía el piolet.
Se situaron bajo la cara sur y, tras encordarse con una cuerda de cañamo de 20 metros, atacaron esta pared, llegando a un tramo que les pareció muy dificil por lo que optaron realizar una travesía hacia la cara oeste y, tras un rappel, llegaron a una repisa que más tarde sería denominada como Plataforma de las Flores. Intentaron subir hacia la izquierda, pero desistieron dada su dificultad volviendo a bajar a la repisa. Desde allí estuvieron mirando la pared y Teogenes dijo "por allí se sube. .Fue como una inspiración".
Una vez en la cumbre, se abrazaron y colocaron un buzón de zinc con un cuaderno en el que inscribieron sus nombres. Prueba irrefutable para convencer a los incrédulos de la época.
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