Moses: "Soy un atleta al que nadie puede ganar"
El mejor deportista del mundo para la Unión de Periodistas Deportivos de España recogió ayer su trofeo en Madrid. Edwin Moses llegó el martes por la noche desde Lausana, donde suscribió un documento como miembro de la comisión de atletas del Comité Olímpico Internacional, y ayer emprendió viaje a su casa, en Los Ángeles. Edwin Moses dice que hay otros grandes deportistas en el mundo, que conoce a Maradona "pero no sé en qué equipo juega", a Severiano Ballesteros, "que en Estados Unidos está considerado como uno de los grandes del mundo", y que él es "sólo un atleta al que nadie puede ganar, sencillamente porque me entreno más que nadie".
Edwin Moses celebró una conferencia de Prensa ayer a medio día, durante el acto de entrega del trofeo al mejor deportista mundial de este año. Horas antes conversó con EL PAIS sobre algunos aspectos que no fueron tratados posteriormente. Evitó temas políticos, pero desveló que hace cinco años trabajó para el gobierno de Estados Unidos en materia de armamento. "Es algo que no quiero volver a hacer jamás", manifestó.Vive feliz en Estados Unidos. Tiene una casa, dos coches -uno para su mujer- y el vestuario justo para vestir adecuadamente en cada ocasión. Hace cinco años terminó la carrera de Físicas. Entonces no pensaba que el atletismo le iba a absorber tanto tiempo. Y lo compaginó con unos trabajos que realizó en Dinamic General. Se muestra reacio a hablar sobre esto.
Ya había sido por aquel entonces campeón olímpico. Y quiso volver a serlo en Moscú: "El presidente Carter no me dejó. Se equivocó al mezclar la política con el deporte". Ese año, 1980, se paseó triunfalmente por Europa. Hizo récord del mundo (47.13) y cuando se despidió llevaba 56 victorias consecutivas.
Su dedicación al atletismo ya era exclusiva. Se casó con una alemana y su matrimonio no significó un obstáculo para su preparación. "Todo lo que hace mi mujer me complace. Tiene que ser así necesariamente si tengo que vivir junto a ella. Mirella hace conmigo lo que quizá otras mujeres no serían capaces. Me anima, me motiva, mantiene mi dieta, viaja conmigo. Somos felices".
El matrimonio Moses no piensa de momento en los hijos. "No tiene ninguna importancia que vayan a ser mestizos. Hay aspectos en la vida que la gente, considera importantes y yo no. Yo he visto miradas de desprecio hacia mí porque soy de color. Pero no pierdo el tiempo pensando en ello. Hago lo que tengo que hacer en la vida y no me preocupa lo demás. Creo que no hay un auténtico motivo para el desprecio o el odio. Todo depende de la gente con la que contactes y de su educabión. Ahora mismo hay un problema en Oriente Medio, donde los judíos están luchando por nada".
En los Juégos Olímpicos,de México, 1968, tres atletas estadounidenses elevaron desde el podio sus manos enguantadas hacia el cielo. Era el símbolo del poder negro. Moses dice que aquel gesto pudo tener entonces una justificación, pero ahora ya no tendría sentido porque la situación ha cambiado".
La supremacía de la raza de color sólo la entiende Moses en algunos deportes. "Todo depende de las facilidades que tenga cada uno para entrenarse. En Estados Unidos no hay buenos nadadores de mi raza porque entrar a las piscinas cuesta dinero y correr por el campo, no. Yo tuve muchas facilidades para el atletismo porque en la escuela y en la universidad tenía pistas. Lo único que puse de mi parte fue siempre entrenarme más que ningún otro".
Series maratonianas
Moses tampoco quiere hablar mucho de su preparación. Comienza diciendo que hace dos o tres series de ocho a doce kilómetros. Se corta. Piensa, y añade: "Bueno, lo demás tampoco tiene demasiada importancia". Esquiva el tema. Lo mismo que con la política: "Mi responsabilidad es el deporte y quiero que darme al margen de la política. No quiero verme envuelto en problemas. Yo tengo amigos entre los atletas soviéticos y jamás nos metemos en la problemática de nuestros gobiernos". Gana millones con el atletismo. Su cotización ha alcanzado este año el millón y medio de pesetas por carrera. Dice que el dinero no es el motor que le impulsa a correr. "He actuado muchas veces sin cobrar y no es cierto que alguna vez haya ralentizado mi carrera si no me pagaban bien por el récord mundial. Corro para seguir siendo el mejor, no para hacerme rico. El dinero que gano lo invierto en negocios. He puesto alguna cantidad en una asesoría de Los Ángeles".
Edwin Moses seguirá corriendo hasta lograr las 100 victorias consecutivas. Es la ilusión que le motiva seguir. "Esto de ganar siempre, llega a ser muy cansado".
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