José María Martín, un concejal 'punk'
Es militante del partido comunista y delegado de Cultura y Juventud de San Fernando de Henares
Dice José María Martín del Pino, 19 años, imperdibles clavados en las manos y un candado en el zapato, que el partido comunista le presentó a las elecciones como número 12 de la lista para el Ayuntamiento de San Fernando de Henares "por eso de poner un joven, como los de UCD ponían un obrero" y que el corte debió llegar cuando salió elegido. De perdidos, al río. José María fue nombrado concejal delegado de Cultura y Juventud y juzga como uno de los principales problemas de la clase política el que "no folla lo suficiente". Puestos a dejar las cosas en su sitio dentro del PCE, este concejal con cara, de niño, que se confiesa prosoviético, opina que "Carrillo tiene una cierta grandeza, la del viejo lobo en declive, y Gerardín es un señor como otro cualquiera".
José María Martín del Pino, el segundo de cinco hermanos y el único chico, nació en Madrid, pero vive en San Fernando de Henares, localidad de unos 17.000 habitantes, situada a unos 20 kilómetros al este de la capital, desde muy pequeño y ha consumido sus primeros 19 años de vida en ir al colegio, recorrer las muy poco interesantes calles del pueblo, participar en un grupo aficionado de teatro, charlar de sus rebeldías e inquietudes con los amigos y montar, con algunos de éstos, un grupo que se dedicaba a instalar los aparatos de iluminación en conciertos de rock. En ese grupo había militantes y simpatizantes comunistas y José María ingresó en el partido en mayo del año pasado.
"El PCE", dice con buen humor, "me incluyó en el número 12 en la lista para las elecciones locales, tal vez por eso de poner un joven, como los de UCD ponían un obrero, y cuando hubo que formar el gobierno municipal, después del 8 de mayo, se me encargó de la concejalía de Cultura y Juventud". Al fin y al cabo, ¿quien mejor que él podía conectar con las apetencias y los deseos de sus colegas?.
Su nombramiento gustó a un sector del pueblo, aquél que piensa que hay que dar autonomía y responsabilidades a los jóvenes, y provocó el estupor y la chanza en otro sector, que no acaba de imaginarse a un punkie ocupando un despacho oficial.
"Los jóvenes tenemos poca cancha en este país. Ni los partidos saben cómo relacionarse con nosotros ni a nosotros nos atraen las ofertas de los partidos ni la forma que tienen de entender la política", dice Martín del Pino. "Es todo muy serio, muy aburrido. Sobre todo la clasepolítica, uno de cuyos grandes problemas es, a lo mejor, que no folla lo suficiente, Recuerdo que la gente que iba a mi despacho alucinaba cuando me veía con esta pinta y se iban a buscar a otra persona más presentable para contarle su problema. Hay una cierta incomunicación entre los jóvenes y las generaciones adultas. Mi padre es de CC OO, pero no me ha influído para nada. He hablado muy poco con él".
José María es pacifista por riaturaleza y no acaba de enterider cómo no existe una respuesta masiva ante los temas de la OTAN o los misiles, "si estamos tan amenazados como cualquier otro país en caso de guerra". Pacifismo que no se contradice, según dice, con su imagen punkie. "Yo voy vestido así porque me gusta el estilo, la estética de los punk, lo que no quiere decir que no me preocupen una serie de cosas ni que me guste estar tirado todo el día. Hay mucho conformista vestido de hippy. Pero yo eso lo entiendo. Un día te entra la depre, ves que no hay alternativas válidas y decides buscarte la vida como puedes".
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