El Estudiantes no intentó vencer al Madrid
El Estudiantes-Real Madrid duró ocho minutos menos de lo reglamentario, porque al equipo local, en el teórico minuto 32, se le apagó la luz. Hasta entonces, sobre la cancha, se había asistido a un encuentro interesante, duro y con emoción, y la hinchada local se animaba al ver cómo Lolo Sáinz pedía tiempo porque Robinson y Fernando Martín estaban ya en el banquillo y la situación de Romay era peliaguda, a falta de una personal para irse a la ducha. El marcador era favorable al Madrid de sólo 10 puntos y había mucho partido por delante. Ocurrió, simplemente, que el Estudiantes no quiso jugarlo. Para el equipo rival la situación cambió radicalmente: de la angustia pasó a un cómodo paseo de cada jugador para acercarse a lanzar sus tiros libres correspondientes.Lejos de ese percance, quizás lógico porque el Estudiantes no dispone de un banquillo idóneo.
El encuentro resultó interesante. Emocionante, incluso, a la vista de que al descanso se había llegado con un 44-46 favorable al Real Madrid y de que en los primeros instantes de la segunda parte el Estudiantes parecía decidido a dar guerra. Hasta ese momento habían quedado en evidencia unas defensas duras y muy agresivas, un arbitraje despistado y una lucha intensa en los tableros. Aleksinas, con su poderosa corpulencia, era el amo de muchos rebotes, en prejuicio de un Robinson nulo e incapaz que tuvo que ser enviado al banquillo. Lolo Sáinz había llegado a la conclusión de que podía llegar a perder el encuentro y para evitarlo no le servía su segundo americano.
El Estudiantes de la primera parte era el que mejor reflejaba lo que puede dar de si este equipo. Cuando llevaba una ventaja de ocho puntos al Real Madrid la situación rozaba el espejismo, pero tenía su lógica. Defensas individuales, muy duras, casi a la italiana, pero mejor la del Estudiantes. Lucha en ambos equipos por lograr la posición de disparo, pero mejor capacidad reboteadora del Estudiantes.
Y el resto del encuentro, hasta el citado minuto 23, transcurrió por idéntico derrotero. En los tableros, el dúo Fernando Martín-Romay lo hizo mejor, pero no podía parar del todo la fuerza de un Aleksinas demoledor que acabó el partido con 40 puntos en su haber. Tanta fue la constancia del americano que en un tris anduvo de diezmar al equipo rival. De haberlo conseguido, quizás hubiera salido de la cancha a hombros. Porque, aun con 10 puntos de desventaja, el Real Madrid se encontró con Fernando Martín y Robinson en el banquillo y Romay seriamente amenazado. Estudiantes tenía a Aleksinas con tres faltas y Stotts sólo con dos. Fue cuando Lolo Sáinz tuvo que poner en cancha a dos bases, Velasco y Corbalán. Si el equipo local hubiera cumplido con su amenaza, el público habría asistido a un final emotivo. Los dos equipos dejaron sus defensas individuales y pasaron a una zona 2-3. Iba a empezar otro nuevo encuentro. Todo parecía preparado. Solo que el Estudiantes no salió a jugarlo. El Estudiantes falla estrepitosamente cuando está en disposición de ganar o tiene la obligación de hacerlo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.