El paracaidismo, una posibilidad de volar
Equipos procedentes de 10 capitales españo las, junto a cuatro del Ejército, competirán esta semana en Sevilla por el título de España de paracaidismo en la modalidad de trabajo relativo secuencial, quizá la que más adeptos va ganando hasta el momento. El paracaidismo, una actividad deportiva que contempla con recelo quien no la ha practicado nunca, pero que enamora a quien sí lo ha hecho, ha adquirido caracteres de perfección difíciles de creer. Hoy lanzarse desde 1.200 metros y caer sobre un disco del tamaño de un duro es algo al alcance de muchos paracaidistas. En caída libre han llegado a unirse hasta 72 saltadores para componer una figura preconcebida. Es otra posibilidad de volar, tal vez de las más atractivas, incluso a más de 300 kilómetros por hora.
Subirse a un avión, saltar y confiar en que el paracaídas se abra: eso es el paracaidismo para quienes no lo han practicado, una aplastante mayoría. Para quienes frecuentemente se deciden a hacerlo, unos 3.000 en España, más un número algo superior de militares, es una actividad apasionante a la que se entregan cada vez que tienen oportunidad de ello, pese a que hacerlo no resulta barato. El paracaidista asegura convincentemente que esta práctica no tiene ningún riesgo, y desgrana con entusiasmo los márgenes de seguridad existentes.El paracaidismo presenta tres modalidades clásicas: precisión, estilo y relativo, quizá esta última la más en auge. La precisión consiste, simplemente, en lanzarse desde una altura de 1.000 a 1.200 metros y caer lo más cerca posible de un blanco concreto. El perfeccionamiento de los paracaídas y de las técnicas ha conducido a grados de precisión asombrosos. La diana, otrora grande, se ha convertido en un disco del tamaño de una moneda, y son muchos los paracaidistas capaces de poner un pie sobre ella.
En la modalidad de estilo, el paracaidista se lanza desde mayor altura, 2.000 metros, y durante un largo tramo de caída libre ejecuta distintas figuras. Es una modalidad que exige dominio del cuerpo y disciplina mental, y que sacrifica el disfrute del vuelo en beneficio del control de los ejercicios. Su práctica es, por tanto, menos divertida, y de hecho apenas se practica entre los paraclubes civiles, de modo que ha ido quedando relegada al ámbito militar. Unos jueces, desde tierra, puntúan la precisión.
El relativo es quizá la modalidad que mayor auge alcanza, por sus características de dominio del movimiento en vuelo libre, juego de equipo y espectacularidad. Consiste en la agrupación de varios saltadores que durante el tramo de vuelo libre deben unirse y componer figuras tales como estrellas, cruces o cuadrados. El trabajo relativo secuencial consiste en la formación de, varias figuras sucesivas, con movimientos intermedios preestablecidos. En esta modalidad es en la que equipos de Sevilla, tanarias, Valencia, Madrid, Barcelona, Valladolid, Murcia, Oviedo, Gerona y Zaragoza, más los militares de la Papea, Zapadores, Escuela de Paracaidismo y la Bripac competirán en Sevilla
Distintas velocidades
¿Cómo pueden reunirse en el aire varias personas en caída libre? Según los practicantes, es sencillo. Para la especialidad de relativo los saltadores se tiran al vacío desde los 3.000 o 4.000 metros. Los márgenes de seguridad necesarios señalan que el paracaídas nunca debe abrirse más abajo de los 600. Se considera una bravata absurda apurar ese límite. Aunque aun abriendo a 150 metros del suelo la caída no presenta peligro apurar el límite se convierte en peligroso en caso de que surjan emergencias. Un manómetro señala la variación de altura y sirve de referencia al saltador novato. El veterano ya sabe calcular a ojo. Existen manómetros auditivos, algo así como un aparato para sordos que emite un zumbido cuando se aproxima la frontera de los 600 metros. No se lleva un solo paracaídas, sino que existe también el de seguridad. Algunos de éstos, muy sofisticados, llevan un dispositivo manométrico de apertura automática para el caso de que el saltador rebase alturas peligrosas con una velocidad de más del 20% de la indicada. Con eso se descarta lo que ya es considerado como único peligro: el de la pérdida de conocimiento durante el vuelo.Hay, por tanto, entre 2.400 y 3.400 metros de caída libre, d'onde se puede jugar con la oposición del aire como medio para limitar la velocidad. Un saltador en posición de tumbado boca abajo, con las manos y las piernas extendidas, descenderá a la velocidad mínima: 198 kilómetros por hora; pero si se coloca vertical, en posturade tiecha, alcanzará los 325. Movimientos similares a los de natación permiten desplazarse respecto al eje vertical de la caída.
Los 3.400 metros de caída libre pueden recorrerse en un tiempo máximo de minuto y medio, que los saltadores deben aprovechar para unirse. Con eso y con saltar lo más seguidos que les sea posible pueden llegar a unirse en un número que, en principio, parece difícil de creer. El récord está en Estados Unidos, donde 72 saltadores, arrojados desde 4.500 metros (más arriba hubiesen necesitado oxígeno) por dos DC-3 y un Twin Otter del Ejército, consiguieron formar una caja (figura reticular con forma de rectángulo). El récord español está en 22, y se pretende elevarlo a 42 en estos campeonatos.
Iniciación
Iniciarse en el paracaidismo es fácil. Simple cuestión de decisión para los primeros saltos. Unas pocas clases teóricas bastan. Luego es cosa de subirse al avión y saltar. Para los primeros saltos se utiliza el paracaídas automático, que va cogido con una cinta al avión y se abre de forma inmediata. El paso al vuelo libre y al paracaídas manual se hace después.El precio varía segun el paraclub de que se trate. En Sevilla el cursillo de iniciación cuesta 8.500 pesetas y dura en tomo a una semana, según el alumno. Se aprende a manejar el paracaídas, a llegar al suelo y a afrontar distintas emergencias. El curso incluye dos saltos. Después, si se desea seguir con la práctica, cuesta 200 pesetas al mes ser socio y hay que pagar 600 por salto. El Paraclub de Sevilla quizá no sea la mejor referencia porque es bastante más barato que la media. En Madrid, por ejemplo, el curso cuesta 12.500 pesetas, aunque con seis saltos, y cada salto posterior sale por 1.200.
Un paracaídas cuesta, para quien quiera tenerlo en propiedad, 250.000 pesetas. Se tarda en plegarlo unos 15 minutos.
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