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Boyer preside la asamblea del Fondo Monetario y del Banco Mundial

Los países desarrollados acuerdan reducir el acceso de los deudores a las ayudas del FMI y del Banco Mundial

Los países más desarrollados del mundo occidental, englobados en el llamado grupo de los diez, han acordado, en principio, reducir gradualmente el acceso de las naciones en desarrollo con elevado endeudamiento a los recursos financieros del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, con el fin de contener la espiral de inflación de la economía mundial y evitar un colapso global del sistema financiero. Esta ha sido la decisión más discutida en las reuniones preparatorias de la asamblea anual de ambas entidades, que se inicia mañana, martes, en la capital norteamericana, bajo la presidencia del ministro español, de Economía y Hacienda, Miguel Boyer.

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Pese a las enormes críticas que su decisión provocó dentro del grupo de naciones en desarrollo, reunidas a su vez dentro del grupo de los veinticuatro, los países industriales se mostraron de acuerdo en que la política del FMI "debe estar dominada por el principio del mantenimiento del carácter monetario de la institución En la presente situación esto implica una gestión cuidadosa de los recursos del FMI ( ... ). Por tanto, el acceso extendido a los recursos del FMI, decidido en un momento extraordinario, debe ser reducido cuando las nuevas cuotas entren en vigor".Tanto el grupo de los diez, al que pertenece Estados Unidos y los países más desarrollados de Europa, como el de los veinticuatro, que refleja las posiciones de las naciones en desarrollo, se han reunido en Washington para preparar su posición común de cara a la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial, que comienza mañana, martes, en un hotel de la capital norteamericana. Ayer se reunió también el llamado Comité Interino o Provisional del FMI. Su comunicado final se espera que refleje, con algunas salvedades, la postura de los países más ricos, que dominan la organización nacida en Bretton Woods hace casi 40 años.

Pretensiones de EE.UU

Miguel Boyer, primer ministro español que preside una asamblea del FMI y Banco Mundial, se encuentra en Washington desde el pasado viernes. Aunque la presidencia es básicamente ceremonial, la influencia subjetiva de la posición del presidente es importante. En un fiel reflejo de su propia política económica interna, Boyer es previsible que defienda el mantenimiento de la disciplina monetaria a nivel global, aunque defendiendo a la vez la necesidad de instrumentar remedios para las dificultades de los países en desarrollo.

Estados Unidos pretendía limitar al 104%. de la cuota anual respectiva, en términos absolutos, la finanaciación que un país miembro del FMI puede solicitar del organismo mundial. Washington desea reducir al 85% esta cantidad en 1985, al 70% en 1985 y al 55% en 1987. También persigue limitar al 305% el tope de los préstamos a tres años, reduciéndolos al 255% en 1985 y llegar al 165% en 1987.

Hasta la fecha, un país podía recabar hasta el 150% de su cuota y el 450% si el préstamo, destinado a financiar políticas de ajuste, se solicitaba a tres años. Pero el incremento de las cuotas decidido el pasado febrero y que entrará en vigor el próximo enero (un 47,4%, hasta un total de 90.000 millones de dólares), hubiera colocado las cantidades, en términos absolutos, a unos niveles considerados insostenibles por la Administración Reagan. Washington desea ahora que las cantidades absolutas se mantengan, lo que implica un descenso, en términos porcentuales, del 150% al 104%, aproximadamente.

La República Federal de Alemania, Japón y el Reino Unido defendieron la tesis restrictiva, pero sin llegar a los extremos mantenidos por la delegación de Washington. La posición mayoritaria dentro del grupo de los diez fue de que el acceso, que se convertirá en el tema central de esta reunión anual, se limite a un máximo del 125% de las nuevas cuotas.

El acceso a los recursos del FMI es de vital importancia para los países más endeudados. Con una deuda exterior acumulada de 700.000 millones de dólares, los llamados países deudores sólo disponen de la 4sistencia del FMI para poder pagar su deuda y destinar fondos a equilibrar sus economías. El problema se agrava ante la firme posición de la banca comercial, que condiciona la continuidad de sus préstamos a los países deudores a que hayan llegado previamente a un acuerdo con el FMI.

El grupo de los diez también mostró su oposición a las peticiones de los países en desarrollo par a incrementar los recursos del Banco Mundial y de su organización afiliada, la Asociación Internacional de Fomento. Mantiene que los incrementos no deben sobrepasar los 750 millones de dólares, en lo que respecta a la contribución norteamericana (que determina la del resto de países), lo que limita las cantidades globales a menos de la mitad de los 8.000 millones de dólares de aumento que solicitaban los países más pobres. El grupo de los diez, según declaró Jacques Delors, su presidente y ministro de Finanzas de Francia, también avanzó en sus negociaciones para conceder al FMI un crédito puente de 3.000 millones de dólares hasta finales de año. El FMI necesita de este crédito, así como de otro por el mismo importe solicitado a Arabia Saudí, para mantener el flujo de ayuda a determinados países endeudados, tales como Brasil, Venezuela y Argentina, cuyo pago de los servicios de su deuda exterior se encuentra vencido.

Los diez acordaron dotar al FMI de estos recursos, vía el Banco Internacional de Pagos de Basilea. Pero el Congreso norteamericano se ha negado, argumentando que los fondos sólo servirán para que los bancos comerciales, que "han prestado el dinero muy alegremente", mantengan equilibrada su cuenta de resultados.

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