La revolución de los récords
La tecnología más moderna y los estudios científicos más recientes han hecho aparición en el seno de la natación, un deporte jovencito que apenas tiene un siglo de existencia.Tres momentos son los principales en la preparación de un nadador. El trabajo de preparación, que empieza en septiembre y se prolonga hasta un mes antes de las competiciones de invierno, es el primero. Durante ese tiempo se hace fondo. Hacer fondo es hacer metros. Se hace ejercicio en seco. Se corre. Se hace corazón. En general es una preparación aeróbica. Las pulsaciones del nadador no deben pasar de 150 para que sea un trabajo eficaz. El resultado será una preparación completa en resistencia que biológicamente se corresponderá con una mayor capacidad cardiaca y un mayor flujo de sangre por las venas y arterias. Análisis clínicos y estudios médicos completarán la formación. Una biopsia a tiempo descubrirá el tipo de músculo que predomina en el nadador y por tanto la especialidad en la que resultará más eficaz.
El período segundo, de competición o puesta a punto, implica un trabajo específico. Cada nadador hace los metros necesarios para preparar la prueba en la que va a competir. Prepara minuciosamente los tiempos de los parciales. Ya no hace metros a destajo. Hace los justos. Unas máquinas inventadas en EE UU, isocinéticas, permiten un trabajo en seco específico sobre el músculo concreto que interesa potenciar. Si interesa fortalecer el bíceps, gracias a estas máquinas ya no es necesario potenciar a la vez en tríceps, como venía ocurriendo hasta ahora. El resultado es una puesta a punto en toda regla.
Por último, finalizadas las competiciones, llega el período de transición. Durará unos meses y empalmará con el próximo período de preparación para las competiciones de verano. Es el momento de descanso del nadador. Unos deben seguir nadando, otros corriendo y para otros es necesario el reposo más absoluto, a costa de una cierta obesidad. Transcurrido éste, la temporada empezará de nuevo.
