Novela policiaca y política
CUANDO LA policía italiana, en una investigación sobre fraudes bancarios, hizo una pesquisa en la casa del signore Licio Gelli, en Arezzo, se desencadenó uno de los mayores escándalos políticos conocidos, no sólo en Italia sino en toda Europa. Entre la documentación descubierta figuraba una lista de unos 900 nombres: los miembros de una logia masónica sui géneris de la que Gelli era gran maestre, la Propaganda 2, o P-2; se trataba de una especie de gigantesco grupo de presión. En la lista aparecían altos mandos militares y, en concreto, jefes de los servicios secretos; personalidades de primera fila de la industria y de la banca; dirigentes políticos de diversos partidos, como el secretario del partido socialdemócrata, Longo, que acaba de ser nombrado ministro de Finanzas en el gobierno Craxi, y, a la vez, elementos conocidos de la Mafia y de la delincuencia.¿Qué era esa extraña P-2? ¿Una conspiración más o menos latente para erosionar las instituciones de la democracia italiana? ¿Una asociación de apoyos mutuos, de chantajes y presiones para promover a determinadas personas en la administración o la política? Quedan muchas zonas de misterio. Pero la famosa lista arrojó de golpe una luz nueva sobre ese signore Gelli, que reclutaba adeptos, para su logia en el Hotel Excelsior de la Via Veneto, que se codeaba y se fotografiaba con todo el mundo y que disponía de palancas secretas para ejercer una influencia hasta entonces insospechada sobre la vida del país.
Gelli es un caso típico de aventurero sin escrúpulos. En el início de su carrera está el hecho de que, en los últimos momentos de la guerra, vendió información,a los aliados y a la resistencia aprovechando el cargo que tenía en la República fascista de Saló. Ello le permitió, sin duda, acumular relaciones útiles ante la instauración de la República democrática en Italia. Se dedicó a diversos negocios, en particular de suministros al ejército y de comercio exterior. En el campo de las finanzas, Gelli estaba muy relacionado con el Bance, Ambrosiano y era amigo de su director, Calvi, que ha aparecido recientemente muerto, en circunstancias aún sin esclarecer, bajo un puente de Londres.
Desde los años sesenta, Gelli estableció conexiones cadi vez más estrechas con círculos de Argentina y trasladó una parte de sus operaciones a diversos países de Suramérica. Una de sus amistades argentinas es el almirante Massera, miembro durante mucho tiempo de la Junta gobernante y actualmente procesado. Gelli ha sabido aparentar concepciones ideológicas de lo más dispares, según sus conveniencias; pero lo cierto es que siempre ha gozado de toda clase de facilidades en los países dictatoriales de América Latina. Y, por otro lado, sus relaciones con el terrorismo negro, fascista, son evidentes en Italia.
Cuando se descubrió la lista de la P-2, el Parlamento italiano designó una comisión para indagar las rarnificaciones de tan extraña organización; se desarrollaban paralelamente indagaciones judiciales sobre el caso. Pero el paradero de Gelli era desconocido. Hasta que, hace casi un año, el gran maestre de la P-2 era detenido en Suiza al intentar cobrar una cantidad en un banco. El proceso de extradición estaba en marcha desde entonces, y precisamente en estos días un tribunal suizo debía decidir la entrega de Gélli a Italia.
Pero, corno ocurre en las novelas policiacas, unos días antes de que tal sucediera Gelli ha desaparecido de la cárcel suiza en la que estaba encerrado. ¿Huida? ¿Secuestro? Se manejan diversas hipótesis; atravesó la frontera francesa y voló hasta la Costa Azul acompañado de dos personas; luego se pierde su pista. No parece verosímil la explicación dada por las autoridades suizas, y concretamente por el juez señor Trembley: según éste, un guardián ha sido quien ha facilitado la huida por la suma de 40.000 francos suizos. Son sumas de otro calibre las que se manejan en este asunto. La presidenta de la comisión parlamentaria italiana ha declarado que ella no puede creer serriejante explicación. En realidad, que en Suiza una cárcel modelo deje escapar en momento tan apropiado a un preso como Gelli merece cierta reflexión. Es evidente que las fuerzas ocultas detrás de la P-2, y que están dispuestas a que Licio Gelli no hable, tienen brazos muy largos y complicidades muy altas. Uno de los rasgos más preocupantes de la crisis que estamos atravesando es la aparición de oscuras tramas en las que el dinero, el espionaje y la criminalidad se enlazan por encima de las fronteras, amenazando en muchos casos la estabilidad de la democracia. Tal es, sin duda, la P-2 para Italia. Pero no se trata sólo de un fenómeno italiano.
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