Ricardo Gullón
Un fiscal que fue en busca de Juan Ramón Jiménez y da clases de literatura española, desde hace 25 años, en universidades americanas
Lleva 25 años como profesor en distintas universidades americanas: Tejas, California, Chicago. .., y allí continúa enseñando literatura española, aunque sintiendo siempre gran nostalgia por España, según dice. A veces le, propusieron volver, pero... "¿Quién sabe lo que pasa cuando se entra en el mundo de la burocracia? Además: yo estoy aquí." Ricardo Gullón argumenta la evidencia fisica de la frase: este verano, como todos, participa en seminarios y conferencias de siete cursos universitarios, en ocho ciudades españolas.
Se fue a América en busca de Juan Ramón Jiménez. Además, este profesor de universidades americanas prestigiosas ("la de Chicago, donde estoy hace años, tiene 10 premios Nobel", dice concierto orgullo), tenía dificultades legales para ejercer en la Universidad española, por no ser doctor en Letras. La norma es la norma. "Creo que estas cosas ahora se resuelven", dice, "pero lo cierto es que me he ido haciendo viejo mientras tanto. Además, estoy contento, en EE UU yo he tenido siempre gran acogida".Estudió Leyes y ejerció la carrera fiscal por deseo paterno, pero sus gustos iban por otros derroteros: "Yo me inicié en la afición literaria cuando tenía nueve o 10 años: escribía novelitas del Oeste, y a los 16 años era capaz de hacer media vara de versos como quien lava", dice entre risas.
Después la crítica y las colaboraciones: "La primera la publiqué en El Heraldo. Me pagaron 30 pesetas y me pareció muchísimo". Conoció y trató a todos los grandes de una generación: "A Ortega y Unarnuno menos, naturalmente, pero con los más jóvenes tuve una gran relación, que en muchos casos se prolonga hasta el presente". Salinas, Gerardo Diego, Aleixandre, Dámaso... y, sobre todo, Juan Ramón. "Le conocí en 1932 o 1933. Hacíamos entonces, Manolo Gil y yo, una revista que se títulaba Boletín Último, donde, por ejemplo, se despidió de la poesía José Antonio Maravall. Esta revista sólo publicó un número y sólo tuvo un suscriptor: Juan Ramón Jiménez, que mandó a mi casa el boletín de suscripción, que conservo, y un duro de plata. Después se publica Animal de fondo y yo hago dos artículos sobre el libro. Juan Ramón los ve y me escribe indicando que he acertado en mi interpretación. Porque académico hay que dijo que era un libro religioso. Sí señor, es un libro religioso, pero no de la religión convencional, sino del Dios que Juan Ramón sentía dentro de sí, que él había creado.
Gullón evoca al Juan Ramón institucionalista y admirador fervoroso de Francisco Giner. Le ve en su despacho de la universidad de Puerto Rico, siempre rodeado de estudiantes. "Por un lado era muy partidario de EE UU, pero allí él simpatizaba sobre todo con los independentistas". Recuerda al Juan Ramón de' muchas lecturas, al enfermo imaginario, al personaje atractivo ("atraía a las mujeres, le gustaban las mujeres, pero era un marido absolutamente fiel") al madrugador, escribiendo a lápiz, retocando incansable y obsesivo su obra y sus papeles, esos papeles que Gullón ordenará, como albacea, tras la muerte del poeta.
Pequeñeces
Juan Ramón le pide que se vaya con él a Puerto Rico: "Me espera en el aeropuerto, en agosto de 1953, hace 30 años", dice con nostalgia. "Estaba con Zenobia, ya operada de cáncer por entonces. Juan Ramón está espléndido y durante dos años nos vemos mucho. Mantenemos largas conversaciones sobre modernismo, durante las cuales yo tomo notas para un libro. Cuando hablaba de escritores con los que había tenido roces, yo dejaba de escribir ostensiblemente para que viera que eso no lo recogía. No lo recogía por los otros y por él. Porque es que no era nada. Eran pequeñeces. Y esas pequeñeces le hicieron mucho daño. Sobre Juan Ramón hay una nube de anécdotas, yo creo que el 80% son falsas, inventadas por la malignidad de sus enemigos". Así que cree que hay que reescribir la biograria del poeta. "Lo tienen que hacer los jóvenes, los que no están influenciados ni por los afectos, ni por la saña".Ricardo Gullón reconoce que J. R. Jiménez podía ser injusto, difícil. Recuerda la anécdota del telegrama que envió a Jorge Guillén ("retirada colaboración y amistad"), porque en la revista Los 4 Vientos aparece en lugar destacado un artículo de Unamuno y no el que a él le habían pedido. "Pese a lo injusto de esta actitud", dice, "Guillén reaccionó siempre muy noblemente. Con menos motivos, otros en cambio..."
Gullón cree que es necesario potenciar la cultura española en EE UU. La labor de las Alianzas Francesas es un ejemplo. Otro, darnos cuenta de lo que tenemos y proclamarlo: "Hay que decir bien alto que Benet es tan importante como Vargas Llosa. Y Goytisolo y muchos más... ¿No es una vergüenza que La Regenta no esté traducida al inglés o al alemán?", se lamenta.
Con ese afán continúa su tarea de crítico, "en la línea orteguiana de potenciar y ser fiel a la obra comentada. Ese es mi estilo". Mientras, prepara tres libros que pronto verán la luz y continúa su períplo por los cursos veraniegos de las universidades de España. Por eso repite con picardía: "Ya se lo dije, yo estoy aquí".
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