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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La razón del ciclón

Dejamos la semana pasada a Keaton en el umbral de 1928, tras el rodaje de El colegial, reducido a sombra de sí mismo: uno de los imaginadores más libres que ha tenido el cine se vio obligado por su despótico productor y pariente, Joe Schenck, a trabajar entre rejas, sometido a las humillantes supervisiones de los gendarmes del presupuesto de sus filmes, los mediocres Harry Brand y Charles Reisner, que decidían a su antojo qué tenía y qué no tenía que hacer ante la cámara el hombre que les había cubierto de oro, entre 1923 y 1926, con sus intuiciones libres.El guión de El héroe del río fue escrito por un tal Carl Harbaugh y personalmente corregido y supervisado por Schenck. De las manos de éste pasó a las de Harry Brand, a quien entusiasmó, y que lo puso a su vez en las de un director rutinario, simple traductor, sin personalidad alguna, Charles F. Reisner. Al último que llegó fue a Keaton, al que no gustó, y que vaticinó, si no se modificaban las secuencias finales, un fracaso.

Disgustaba a Keaton, sobre todo, la secuencia de una terrible inundación, que calificó de imposible técnicamente, además de difícil de convertir en traca final de carcajadas. Nadie le hizo caso.

Aunque la acción se situaba en las riberas de un afluente del Misisipí, el rodaje se llevó a cabo en California, a orillas del menos legendario río Sacromonte. Esta localización en las cercanías de un gran río no era, por supuesto, arbitraria, debido a que la acción final se desarrollaba, como sabemos, en medio de la controvertida inundación. Pero, a medida que el rodaje avanzaba, las cosas comenzaron a complicarse y a dar la razón a Keaton. Schenck y Brand descubrieron que una riada no se logra precisamente, y menos en exteriores, con cubos de agua. Una de dos: o esperaban a una riada auténtica, lo que complicaba los aspectos técnicos del rodaje, o provocaban una artificial, lo que encarecería mucho a la modesta película.

Un ciclón es fácil de trucar

Consultaron con Keaton y éste repitió lo que venía diciendo desde el principio: "Un ciclón es más facil de trucar y ofrece muchas más posibilidades de gags". Y Schenck le hizo esta vez caso, arguyendo públicamente que suprimía la inundación para no herir la sensibilidad de los miles de afectados anuales por las riadas en Estados Unidos. Así disfrazó su error y roñerías con un aura filatrópica, sin pararse a pensar que los ciclones tienen en su país un victimario mayor que el de las riadas.El rodaje del filme fue rutinario, sin apenas gracias ni calidades.... hasta que le llegó el turno a Keaton de soltar su imaginación, y comenzó a urdir un gag tras otro, en el marco hilarante y disparatado de un hombrecillo arrastrado como una pluma por vientos desatados. Así, la mediocre película alcanzó en los minutos finales el auténtico sello de Keaton. Las ocurrencias del actor desbordaban la nula capacidad de repentización del equipo, y éste se hizo dueño del rodaje. Ciertamente, estos minutos finales son de su marca.

Sin embargo, la estupidez de los supervisores de Keaton no acabó ahí. Al tal Reisner se le ocurrió que allí tenía una ocasión de oro para pasar a la historia del cine, y ordenó al rodar el último plano de.la película: "Mr. Keaton, sonría usted". Todo el equipo se quedó paralizado de estupor. Alguien había nombrado lo innombrable. Pedir ante una cámara una sonrisa a Keaton era como exigir a Clark Gable que soltara una de sus carcajadas sin su inmaculada dentadura postiza. Keaton se negó a traicionar el estigina, el sello de un personaje elaborado por él en un decenio. Pero Brand apoyó a Reisner, y Schenck a Brand. Keaton tuvo que sonreír.

En el preestreno de la película, el estúpido plano final obtuvo tales muestras de desagrado y desilusión por parte del público, que hubo que cambiarlo. Se había hecho otro, de reserva, con la impasible cara de Keaton fiel a sí misma. Y una vez más, en lo poco que le dejaron tenerla, se impuso la razón de Keaton, que era la razón del ingenio y del talento, contra la razón de sus explotadores, que era una simple y burda sinrazón.

El héroe del río se emite hoy a las 16.00 por la primera cadena.

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