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Expertos norteamericanos critican en Barcelona la mala calidad de los programas de su televisión

La mala calidad de los programas de la televisión norteamericana, el peso determinante de la publicidad en la programación, y la escasez de espacios culturales, fueron algunas de las severas críticas formuladas por John J. O'Connor, crítico de televisión del diario The New York Times, y por Jack Willis, productor independiente de televisión, en la apertura de las jornadas sobre La comunicación televisiva en los Estados Unidos, organizadas por el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona.

O'Connor explicó los orígenes de la TV en EE UU "que comenzó como un bien comercial", y dijo que su edad de oro puede situarse en la segunda mitad de los años 40 "con la participación de escritores, cierta tendencia artística y calidad, y buenos espacios de humor, aunque cuando los reviso no me parecen tan buenos"."A medida que va aumentando la audiencia, la televisión se hace más popular, con programas dramáticos, con imágenes de sexo y violencia que siempre venden bien y, sobre todo, con los deportivos, el béisbol y el fútbol americano", prosiguió O'Connor. "Actualmente en los espacios informativos y en los telediarios, prevalecen las buenas noticias, los rostros amables, las conversaciones amistosas".

O'Connor añadió que los mejores programas son el directo y el vivo. Mencionó, entre ellos, el primer alunizaje, la visita de Sadat a Israel, los viajes del Papa y el escándalo Watergate.

"Pero los programas más importantes", dijo, "son la publicidad. Cada once minutos aparece un anuncio que te incita a comprar. La publicidad está en función de la audiencia de la emisora y determina los programas. La televisión pública emitió algunos dramáticos provocadores y documentales de denuncia, pero las dificultades financieras y mala gestión han tenido también consecuencias negativas. Tuvo éxito sobre todo en los programas infantiles, como Barrio Sésamo. Ahora tiene problemas con los productores independientes. Cuando alguien lleva un programa sobre Nicaragua, la emisora se inhibe porque sabe que la Administración no comparte los criterios del productor".

Criticó el sistema cerrado de las televisiones a las que apenas acceden personas de la cultura ajenas al medio, sin que la televisión haga nada por atraerles. "Hoy día asistimos a una revolución de la televisión con los nuevos sistemas de cable, satélite, televisión de pago, etcétera, y nadie sabe cuál será la configuración de la televisión dentro de cinco años. Se cambia hacia una televisión para audiencias más limitadas. Las tres grandes cadenas, ABC, CBS y NBC, acaparaban hace cinco años el 92% de la audiencia y hoy están en torno al 75%, con tendencia a seguir bajando. Soy pesimista respecto a la alternativa que presentan los otros sistemas de televisión, como el cable, porque ya surgen grandes gigantes, como el HBO (Home Box Office) y Amex que están absorbiendo a los demás con el único propósito de hacer fortuna. No creo que el cable contribuya a mejorar la calidad". Se opuso a la producción de series de interminables capítulo y al hecho de que la televisión haga estrellas de productos "supertontos", así como que los autores, escritores y guionistas, no puedan controlar a los productores que, a veces, alteran totalmente los originales. Dijo que la audiencia tiene más posibilidades cuantos más canales existan.

Jack Willis, productor independiente y ex director de programas de la, televisión pública (PBS), manifestó que "lo importante es que los ciudadanos puedan intervenir en la gestión y programación, tanto si disponemos de un sólo canal como de cien". Añadió que la televisión norteamericana "está dirigida por los hombres de cuello blanco y corbata. Por eso tenemos un punto de vista tan estrecho. El resto de las personas no accede al medio. Las decisiones se toman en función da captar el máximo de audiencia. No se puede decir que tengamos obras culturales y de talento, como sucede en la BBC", empresa que también elogió O'Connor.

Willis describió los distintos géneros de programas. Manifestó que un telefilme dramático de dos horas tiene un coste aproximado de 288 millones de pesetas. "Lo que impera", dijo, "es el dinero, pero lo que hace que las cosas funcionen es el talento y se necesitan talentos y puntos de vista distintos". Dijo que la televisión pública funcionó mejor en los años 60 cuando el Gobierno, la intervenía menos, y que no era tan pesimista como O'Connor respecto al cable. Insistió en que los negros y minorías apenas tienen acceso y programas específicos salvo en la pública, las emisoras locales y en el cable.

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