Hiqueras, un español genuinamente americano
Higueras ha cambiado, y mucho, desde que se casó con Donna y se fue a vivir a Palm Springs, en el sur de California. Es un hombre reposado, que ha aprendido con los años a buscar las pequeñas cosas que permiten disfrutar de la vida. Hace años que no come carne, jamás utiliza antibióticos y cuando se lesiona no se inyecta. "Procuro que sea la naturaleza la que cure -mis lesione?. En Roland Garros llevó siempre el codo rodeado de hielo para combatir la inflarnación que venía arrastrando desde hacía semanas. No fuma -"sólo en pipa, y de vez en cuando"-, no bebe, y toma vitaminas siempre naturales.José Higueras es uno de los triunfadores que ha tenido una infancia y una juventud dura y sacrificada. Nació en Granada el 1 de marzo de 1953, pero a los pocos años ya residía con su familia en Barcelona. Ganó su primer sueldo como recogepelotas en el Real Club de Tenis Barcelona. A los 16 años, cuando ya empezaba a destacar como tenista, paso a ser botones del club. "Yo era el que abría la puerta a los socios. Nunca me he arrepentido de aquella época". Higueras pronto empezó a conseguir éxitos, pero también llegaron, enseguida, las primeras desilusiones. "En España me amargaron ocho años de mi vida. Me entristece decirlo, pero si me hubiese marchado a Estados Unidos seis años antes, ahora sería mucho mejor tenista". Tiene un carácter sensible. Le duelen las críticas injustas. Fue en la Copa Davis, jugando con España, cuando más sufrió.- "Yo me entregaba en todos los partidos. Pero la responsabilidad enorme que recaía sobre mis espaldas, me atenazaba. En España siempre me siento como un jugador de tercera categoría".
Llega la ruptura
Y llegó la eliminatoria de Copa Davis frente a Inglaterra en Valencia. La ruptura. Higueras jugó con hepatitis, aunque ni él lo sabía. La hepatitis que le mantuvo alejado del circuito durante casi un año. España perdió, y un diario llegó a titular: "Higueras nos eliminó". En la cama, mientras se restablecía de la hepatitis, Higueras se sentía más frustrado que nunca: "Me sentó fatal que, cuando se supo que había jugado con hepatitis, nadie, ni siquiera la Federación, movió un, dedo para resarcir mi imagen". No piensa volver a jugar la Copa Davis nunca más.
Dolido, triste, amargado, harto, decidió marcharse a vivir a Palm Springs con Donna, su mujer. "En España todo era negativo para mí. Criticaban mi forma de jugar, mi forma de ser. Todo". Reconoce que su estilo nunca le ha ayudado: "Sé que no es divertido ni espectacular. Pero soy un profesional, y con mis condiciones físicas y técnicas, esa es la mejor forma que yo tengo para ganar partidos." Nunca ha cerrado su casa de Barcelona, y pasa en ella por lo menos dos meses al año, sobre todo para estar cerca de su familia, a la que adora. "En Estados Unidos conocí cosa que aquí no me habían dejado ver Encontré amigos que me enseñaron que el deporte es muy diferente". Y descubrió algo que ha significado un cambio radical en su vida: "Me di cuenta que lo que más me interesaba era la gente Descubrí que hay cosas mucho más importantes que ganar torneos. Ahora ya me importa poco estar entre los diez mejores o ser el 400. Disfruto con el tenis. Juego porque me divierte. Esa es la razón de que mis resultados hayan sido tan buenos en los últimos años". En Palm Springs él mismo descubrió el verdadero valor de su tenis: "En Estados Unidos todo el mundo hace deporte, y saben lo difícil que es llegar arriba. Cuando les dices que tienes que pelear en la pista con Connors o McEnroe todos te respetan, porque saben que has tenido que sacrificarte mucho para llegar a la élite".
Ahora ya no quiere ser el número uno: "Si quieres ser el mejor, se necesitan unos sacrificios tan grandes que creo que no vale la pena. Las compensaciones no son tan importantes. Además, ser el número uno crea muchos problemas personales y familiares. Sólo hay que ver á hombres como Connors o Lendl, que, tienen un ego tan grande que no les queda tiempo para conocer a la gente que tienen alrededor. Cada vez hay más gente que rechaza ese sacrificio. Noah y Wilander, por ejemplo. El otro día vi a Borg y le noté feliz, sin la presión que le acompañaba desde los 18 años. Está disfrutando con la vida. A mi hijo le aconsejaré que no luche por ser el mejor. No vale la pena".
Jordi, su hijo
Su hijo, Jordi, con un año, está siempre presente cuando José Higueras habla de sus proyectos, de sus ideas. "Tener un hijo y conocer a Donna son las cosas más importantes que me han sucedido en mi vida" . José le habla en castellano y Donna en inglés. Higueras se preocupa por él: "El ritmo actual de torneos hace que esté hasta ocho. semanas lejos de mi casa. Durante esos días, sólo en mi habitación del hotel, me pregunto muchas veces hasta que punto es válido mi sacrificio actual. Pero luego pienso que todo lo que estoy haciendo ahora, todo el dinero que estoy ganando, va a servir para que dentro de unos años pueda disfrutar viendo crecer, día a día, a Jordi. Y a otro hijo, porque quiero tener otro". Para Jordi, "para poder decirle cuando sea mayor que he jugado,el Open de Estados Unidos", ha decidido participar este año en el torneo de Flushing Meadow, que se juega sobre cemento, una superficie que no le va nada a Higueras.
Higueras, pese a estar en Estados Unidos, no olvida España. "Me siento español, aunque viva muy lejos". Se preocupa por las futuras generaciones de tenistas españoles. Envió una carta a la Federación ofreciendo la posibilidad de realizar, sin cobrar, unas sesiones de entrenamiento-exhibición, para los tenistas infantiles. La Federacíón ni siquiera le contestó. Para él, lo mejor que pueden hacer los juniors españoles,es estudiar en universidades norteamericanas: "Allí aprendes el inglés de una forma perfecta, te dan unos estudios, y, además, te facilitan al máximo la posibilidad de entrenar. Al hijo del señor Gregorio, el cuidador de los vestuarios del Real Club de Tenis Barcelona, hemos conseguido colocarle en un college y el próximo año entrará en la Universidad de Berkeley, con una beca para estudiar computadoras. Juega al tenis muy bien, y allí tienen un plan de entrenamiento ideal. No conozco a los juniors españoles; pero creo que Emilio Sánchez, que fue cuartofinalista en Roland Garros, también quiere ir a estudiar a Estados Unidos. Es una manera de dar una responsabilidad a unos jóvenes que, sin ella, sólo se dedicarían a jugar al tenis".
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