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Francisco Cortijo

El pintor sevillano, que se declara "absolutamente republicano", está haciendo por encargo un retrato del Rey

Sevillano hasta la médula, su magisterio se le reconoce en Madrid y ha tenido que venir representando a la facultad de Bellas Artes de la Complutense para poder ser jurado en un premio de pintura convocado en Sevilla. Absolutamente republicano, como él mismo se declara, está trabajando por encargo en un retrato del rey don Juan Carlos. Son las paradojas de Francisco Cortijo, nacido en 1936 "en un barrio de putas y pobres" de la capital andaluza, hijo de un barbero y maestro de una generación de pintores cobijados en el realismo.

Desde su primera exposición, a los 18 años, hasta su reconocimiento internacional ("aunque a mí lo que más me satisface es cuando voy por las calles de Sevilla y la gente me para y me saluda"), Cortijo no ha cesado de repetir que pinta por vicio, por enfermedad, probablemente porque no concibe otra claso de vida para sí mismo. Y ello a pesar de su consciencia de que "el mundo del arte lo manejan una serie de personas, y en él se paga más el nombre que el trabajo".Paco Cortijo trabaja ahora en un encargo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación: un retrato del Rey que presidirá el salón de actos de su nueva sede social. El pintor, no obstante, va a dar su toque personal a esta creación, de modo que el retrato estará acompañado de varios bocetos con distintos momentos de la historia real y de España, tales como la actitud de don Juan Carlos durante el 23-F o el envío de un telegrama a Milans del Bosch con motivo del fallecimiento de su padre.

Cortijo se declara "absolutamente republicano", pero no tiene empacho en confesar que, "de todas formas, tenemos mucha suerte los españoles de tener a este señor en el sitio en que está". Su retrato del jefe del Estado, por el que recibirá 1.500.000 pesetas, lo hará lo mejor que pueda, pero su entusiasmo es aparentemente mayor por esos bocetos con. pretensiones, de fotogramas de la película biográfica del Monarca.

Puesto que ha unido a su dominio de varias técnicas artísticas -pinturas, grabado, cerámica- un riguroso antiacademicismo, el pintor ha chocado frontalmente con los guardianes de la ortodoxia artística local, que él mismo personifica en Juan Cordero, decano de la facultad de Bellas Artes de Sevilla. Tampoco le ha ayudado su antigua militancia en el PCE, partido en el que ha sido candidato de relleno en dos ocasiones electorales. En consecuencia, no ha podido ser profesor no numerario en Sevilla, sino en Madrid, contratado por Bonet Correa desde febrero pasado. En Bellas Artes da clases de pintura a un segundo curso, lo que leóbliga a dividir su semana entre las capitales de Andalucía y de España.

Ahora los mandamases de la facultad en Sevilla, "que ganaron un día unas oposiciones y luego se olvidaron de pintar más", según su radical criterio, han tenido que soportarle como miembro del jurado de un premio otorgado a los alumnos del centro, ya que Bellas Artes de Madrid le designó como representante suyo. Un premio que para el propio Cortijo es "completamente horroroso" y para los representantes del alumnado, "antipedagógico e irracional", al conceder tres millones de pesetas a un artista en formación.

Aparece Francisco Cortijo marcado por la miseria de una infancia vivida en un barrio de pobreza y prostitución. Tan marcado que nunca ha podido acercarse al mundo del flamenco, porque en los pliegues de su memoria vital lo asocia inevitablemente a la penuria. Eso no le impide entusiasmarse con Manolo Caracol, porque era el cantaor que oía de niño, agarrado a la mano del barbero de La Europa, su padre.

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