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Multitudinario homenaje a los campeones de Liga

Por la ría, en gabarra, llegaron los campeones

Por el Abra llegó el fútbol. Por el Abra del Nervión lo trajeron de las Islas los marineros británicos, y por la ría -gran Nervión vertebral de Vizcaya- entraron ayer, en gabarra, los campeones. El 3 de mayo de 1894, en la campa de Santa Engracia, de Las Arenas, se jugó el primer partido de foot-ball de que se tiene noticia en Vizcaya. El 3 de mayo de 1983, casi un siglo después, Bilbao entero se lanzaba a la calle para actuar de coro en la sinfonía en rojo y blanco que se interpretaba en torno a la ría del Nervión

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El periódico El Noticiero Bilbaíno publicaba en los últimos días de abril de 1894 un suelto con un insólito reto: Un grupo de bilbaínos desafiaba a disputar un partido de foot-ball a un team de residentes Y marineros ingleses. El encuentro, jugado en la campa de Santa Engracia, el domingo 3 de mayo, a partir de las 10.30 horas de la mañana, finalizó con la victoria de los británicos por seis goles a cero. La casualidad ha querido que la llegada al Bocho del Athlétic de Bilbao campeón se produzca también en un 3 de mayo, 89 años después de aquel partido que supuso el acta de nacimiento del fútbol vasco Entre uno y otro mayo, la historia ha ido forjando una identificación tan profunda entre el juego llegado del Reino Unido y el pueblo de Bilbao, que su equipo representativo -fundado en 1901- conserva hoy la gracia británica original.Bilbao fue ayer la locura. Karl Foreman, guionista de Solo ante el peligro, había preparado el libreto, construido dramáticamente a base de acumulación paulatina de obstáculos ante el protagonista. Los espectadores tenían que estar convencidos hasta el último momento de que las posibilidades de éxito del héroe, sin ayuda posible, eran casi nulas. El climax debía concentrarse en tomo a una hora precisa: Las 18.10 horas. Sólo en ese momento aparecería un aliado, pariente del héroe, pero momentáneamente alejado de la familia, llamado Koldo Aguirre.

La puesta en escena fue encargada a Alfred Hitchcock. Mediante una hábil gradación dramática, el genio inglés consiguió prolongar el suspense hasta el paroxismo Un ingenioso juego de luces y sombras haría dudar a los espectadores, en el último minuto, de la posibilidad de que la ayuda de Koldo llegase a tiempo. Durante treinta interminables segundos la tensión se elevaba al máximo inmediatamente antes del desfogue final.

La apoteosis, concebida a modo de epílogo glorioso, fue encomendada conjuntamente a Joseph L. Mankiewicz y Cecil B. de Mille. El primero, con la experiencia adquirida en el rodaje de las escenas naúticas de Cleopatra -y en particular, en las de la llegada de la viuda del faraón a Roma-, tomó a su cargo la parte relativa al desfile triunfal de los vencedores, mientras que Cecill B. De Mille se encargó del despliegue coral de las masas a lo largo de las explanadas laterales.

Según el escultor Jorge Oteiza, patriarca del arte vasco contemporáneo, el estilo del Athlétic, basado en la sobriedad y la trayectoria oblicua, encarna a la perfección el trasfondo del alma euskaldun. El "pase largo, en diagonal, y la internada en oblicuo", asegura Oteiza que constituyen la esencia del juego vasco. Por eso admiró en su día a Bala Roja Gorostiza y a Piru Gaínza, y por eso, de entre los goles del domingo en el Insular, prefiere los tres últimos (de Sarabia, Argote y Urtubi): La astucia de Sarabia y Argote, tras sendos pases en diagonal, consistió en amagar de tal forma que el portero y el central canarios chocasen entre sí, dejando la pelota libre al delantero. Urtubi, como Gorostiza, se abrió paso raerced a su mentalidad oblicua vasca.

Cuando esperaban los defensas que se fuese hasta el banderín de corner, sorprendió lanzándose en solitario y sin oposición hacia la portería. Todo consiste, según Oteiza, "en hacer (como Iñigo de Loyola) lo contrario de lo que es pera el rival. Nuestros actuales dirigentes oscilan entre el mostrenco rectilíneo y el rizo rizado del pasecito corto".

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