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Multitudinario homenaje a los campeones de Liga

Athlétic: fe, esperanza y calidad

El Athlétic ha reunido este año las tres virtudes teologales. Durante años vivió de la esperanza de Lezama, de la calidad de Lezama, mirando de reojo al incomprensible éxito realista. Una red de ojeadores había recogido durante años lo mejor de Guipúzcoa, Alava, Navarra y La Rioja. Muchos fichajes a bajo precio, para encerrarlos en Lezama, día y noche, durante años. La mejor organización del fútbol español tenía la calidad, desde hace años le sobraba esperanza, pero le faltaba algo, la fe. La fe de Clemente.

En la ola de la adulación, Clemente, el hombre de la fe, recordará, quizás con sorna, el viejo canto de San Mamés: "el Athlétic como era vasco todos le tenían asco, y ahora que es campeón, todos le piden perdón". Hasta los directivos se lo pedirán, porque ni ellos creían en el equipo. La contribución de Clemente al Athlétic no son los jugadores, ni los cursos de veranos en una ciudad inglesas, ni siquiera la ambición. Clemente ha dado al Athlétic la fe.El club de San Mamés ha pasado largas temporadas con sus perfectas instalaciones de Lezama en busca del jugador perfecto. Perfecto no tenía ninguno y buscaba la perfeccción de exiliados como Churruca, Lasa, Irureta o Tirapu. En Lezarna se pudrían jugadores como Sarabia, Argote, Liceranzu.

Los técnicos, incluido Piru Gaínza, pasaron dos temporadas comparando uno por uno los jugadores de la Real con los del Athlétic, y las cuentas siempre salían favorables a los bilbaínos. Sin embargo, los de la Real estaban en Primera, y los del Bilbao en Lezama.

Todos los campeones estuvieron en el Bilbao Athlétic con Iñaki Sáez, que corre el riesgo de convertirse en el olvitiado. Sáez forjó este equipo. Sáez también es el técnico, junto con Iríbar, del Bilbao Athlétic que ha ascendido a Segunda División. Sólo hay una excepción, Zubizarreta. El portero llegó procedente del Alavés. La directiva no quiso ficharle cuando jugaba en el Anaitasuna. Pedían por él dos millones. El Alavés se lo regaló años después por 18.

Urkiaga jugó en el club desde infantil; en juveniles era un gran extremo. Con Sáez cambió de puesto. Liceranzu, a punto de ser desechado por bruto, fue cedido al Baracaldo, y recuperado posteriormente para suplir a Guisasola. Núñez es una institución en el club, el viejecito, con sus 27 años. Una contradicción motivada porque al más veterano del equipo se le conoce con el diminutivo de Dani, que tiene 31 años, los mismos que Tirapu, el nene.

Un riojano en Bilbao

De la Fuente salió del Haro. Club riojano, como él, aunque descendiende de directivos del Athlétic. También salieron del juvenil Urtubi, Noriega, Goikoetxea, Gallego, y Sarabia, la pantera rosa. Sarabia ha tenido que sufrir mucho. Su debilidad física le ha retrasado el triunfo, después de ser cedido al Alavés y Baracaldo.

Ni Dan¡ era perfecto. Causó baja en el club, pero el club enmendó su error, a bajo costo. Mejor operación fue la de Argote. 600.000 pesetas por el lote Argote-Galarraga. Argote tuvo que cargar con el síndrome del triunfo. Fue el primero en llegar y, nada menos, que para sustituir a Rojo.

Hubo un año que las malas lenguas llamaban al club Athlétic de Navarra. En Lezama coincidieron Astrain, Tirapu, Sola, De Andrés, Purroy, Echeverría, Mayayo y Guembe. Un grupo con distinta suerte. Astrain ya no ganaba para lesiones; Tirapu, gracias a su pundonor, aún sirve como suplente. Los dos nacieron en el Oberena.

Llegaron las nuevas generaciones: Sola y Echeverría, del Chantrea, también de Pamplona. Dos centrocampistas de suaves maneras, de mucha categoría. Echeve se quedó en el camino, por falta de capacidad física. Sola, casi. Corrían los tiempos del mirlo blanco.

Sola ha hecho carrera con el sambenito de que sólo aguanta 20 minutos. Es verdad, pero Clemente los ha aprovechado. Son los 20 minutos más preciosos del Athlétic, los minutos que han hecho olvidar a Rojo. Además, por las 100.000 pesetas que costó, no pueden pedir que corra 90 minutos.

De Andrés, 'Ia rubia'

Sólo un futbolista ha estado por encima de críticas, fuese cual fuese el entrenador: Miguel De Andrés. Nació para el fútbol en Berbinzana. Fichado a los 14 años por el Pamplona, el club le llevaba en taxi de su pueblo a la ciudad para que se entrenara, pero ni así. La rubia, como le conocían sus compañeros de equipo, prefería las máquinas recreativas a la gimnasia, el barro y la ducha fría.

Como castigo, el entrenador prescindió de De Andrés durante un año. Al siguiente, el nuevo técnico consideró que más valía un desentrenado De Andrés que todos sus compañeros juntos. Uno de los pocos futbolistas españoles que domina, por igual, la pierna derecha y la izquierda. En un enfrentamiento Pamplona-Athlétic de Bilbao de juveniles, el técnico bilbaíno, Iñaki Sáez, ordenó que el delantero centro marcase encima al líbero Miguel De Andrés.

Sus compañeros le perdonaban todo, su falta de entrenamiento, la indisciplina, el pasotismo, y que no se duchase. La tristeza de la derrota o la alegría de la victoria eran causa suficientes para evitar el agua, salvo que los compañeros se amotinaran en su contra.

El Athlétic le fichó a los 16 años. Pagó 400.000 pesetas, pero en el último momento el club navarro hizo incluir una cláusula por la que el Athlétic pagaría cinco millones si La rubia jugaba en el primer equipo. De Andrés sólo tiene una espina, la de Miguel Muñoz. Para Santamaría, De Andrés era el futuro líbero del equipo nacional, pero al actual seleccionador le gustan los leones y él nunca lo será, no tiene garras, juega con guantes.

Como en el mundo del rock, como en las películas de héroes, casi todos los aspirantes a la gloria se quedaron en el camino. Como Mayayo, el extremo zambo, á quien los golpes le pusieron las pierna! rectas. Era el sucesor de Dan¡. Se recuperé de una fractura de tibia y peroné y cuando ya estaba en el primer equipo se partió hasta la rótula con un coche. El Athlétic le declaró inútil para el servicio.

Acumulación de jugadores

El problema del Athlétic, como el del Madrid o el del Barcelona, es la acumulación de stocks. Este equipo campeón puede mantenerse durante años y los del Bilbao Athlétic, que ya han ascendido a Segunda, esperar turno, apolillarse en el banquillo, hasta que los campeones inicien su declive, que se ve lejano.

"Si yo quisiera montar un negocio, no pensaría en la cantera. Haría lo que los americanos: comprar el producto consagrado". Son palabras de José Ignacio Zarza, ex gerente del Athlétic.

"Con la cantera se ha demostrado que se puede conseguir un buen producto para Primera División. Nunca saldrá un genio, un Di Stéfano, porque salen solos, pero sí jugadores normales de Primera".

En Lezama se invirtieron 500 millones de pesetas. Ocho técnicos trabajan allí día y noche. Para Zarza, "los medios que se ponen al alcance son, quizás, desproporcionados, pero al Athlétic y a la Real no les queda otro remedio".

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