Los goles de Santillana y Rincón taparon las múltiples fallas de la selección española
ENVIADO ESPECIALEspaña venció a Irlanda y dió un paso importante de cara a la clasificación para la fase final de la Eurocopa de Naciones, pero en el aspecto técnico no avanzó gran cosa. España e Irlanda hicieron un primer tiempo cercano a la antítesis de lo que debe ser el fútbol. Los goles de la segunda mitad sirvieron para conseguir el triunfo y tapar las múltiples fallas del equipo español. Mientras Gallego y Rincón mostraron sus posibilidades para adquirir la titularidad, Juan José, Bonet y Víctor mostraron una evidente incapacidad para formar parte de una selección que aspira a recuperar el prestigio perdido en el Mundial.
Correr la banda y rifar la pelota entre quienes se encuentran dentro del área supone perder el 50% de las posibilidades de re matar. Entrar como Juan José para no poner remate a la jugada es un ejercicio inútil. Jugar como Marcos, a ser korrikolari, es trotar sin que a uno le homologuen las marcas. Poseer la pelota durante el mayor tiempo posible e hacer serias oposiones al triunfo pero siempre y cuando la bola se maneje con sentido de la profundidad. Sucedió ayer en La Romareda que los únicos cambios de juego largos y profundos fueron durante el primer tiempo los de Maceda. Luego, Gallego intentó lo mismo. Ocurrió que Se ñor no empuñó la batuta en ningún momento y se supone que para eso salió en el equipo desde el comienzo.
El chico de Marquitos es un caso singular. Corre a velocidad de vértigo de un lado a otro pero se precipita siempre y no remata una sola jugada. Lo mejor que hizo durante el partido fue caracolear para complacencia de la galería y empecinarse a continuación en los pases imposibles
El equipo español tuvo al comienzo menos preocupaciones defensivas de las esperadas porque los irlandeses no sólo dejaron solos delante a Stampleton y Walsh, sino que además se encerraron atrás como si únicamente les importara la igualada. Irlanda se limitó al marcaje por zonas y no persiguió a los extremos españoles, que intercambiaron su posición continuamente.
Durante el primer período hubo más fricciones antideportivas que jugadas bien concebidas. Juan José, Bonet y Víctor sostuvieron guerras probadas en las que se demostró aquello que donde las dan las toman. El árbitro en esos lances se limitó a amonestar verbalmente. El árbitro, que era tan consentidor como el propietario del famoso cipote de Archidona, se limitó a mirar y no ver cuando a Santillana le agarraron dentro del área con insistencia.
Del nada entre dos platos del primer período se pasó a un comienzo fulgurante del segundo. Contribuyó a mejorar el tempo del juego la salida de Gallego, que suplió al tosco Víctor, al que en su casa no se le pudo ver más que buena voluntad. Gallego se estrenó con un trallazo impresionante y con el centro que posibilitó el primer gol. Gallego impuso otra fórmula. Se colocó adecuadamente en los momentos defensivos y manejó la pelota con pulcritud.
Cuando a los irlandeses les entraron las prisas comenzó a funcionar con más peligrosidad el contragolpe español. Gordillo hizo notar su presencia por la zona izquierda y Santillana, además de estar en el centro de la olla, cuando retrasó su posición, se mostró más técnico que nunca. Santillana, que ha recuperado la forma, con los años ha adquirido, como los buenos vinos, mejor bouquet. Santillana fue de principio a fin uno de los mejores. Le faltó para redondear su actuación mayores oportunidades en el remate de cabeza, pero ello fue imposible porque, faltó que le templaran los envíos. Juan José, que fue quien más probó suerte, pero no acertó.
Los alentadores minutos iniciales del segundo período pasaron a convertirse en instantes de inquietud por dos veces, pero Arconada afortundamente puso el sello de la casa y no ocurrió nada. El debú de Rincón sirvió para que mostrara su espíritu de lucha y su intuición para estar donde el fútbol se define.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.