_
_
_
_

"La izquierda norteamericana busca una alternativa al liberalismo económico"

Martin Carnoy es autor de numerosos ensayos sobre la posible estrategia económica de la izquierda en EE UU. En 1980 publicó, junto con Derek Shearer, el libro Democracia económica, en el que se esbozaba un proyecto socialista para la sociedad y la economía norteamericanas, pero sin utilizar ni una sola vez la palabra socialismo, de la que Carnoy sospecha, probablemente con mucha razón, que está muy desprestigiada entre los trabajadores y la mayoría del pueblo norteamericano. En breve se publicará un nuevo libro firmado -entre otros- por Carnoy: Un nuevo contrato social; pretende ser un análisis de la actual crisis de la economía norteamericana, y también una propuesta alternativa a la política de Reagan y al neoliberalismo de economistas demócratas, como Rohatyn o Thurow.

"El neoliberalismo pretende un intervencionismo del Gobierno federal para reestructurar la industria norteamericana y potenciar los sectores de alta tecnología de cara a la exportación" (Thurow), "protegiendo en la medida de lo posible los sectores obsoletos, como el acero o el automóvil" (Rohatyn). Pero la planificación de la utilización de los recursos públicos estaría bajo un control corporativo, al que se trataría de asociar a los sindicatos.La izquierda del Partido Demócrata pretende ir más allá. En esta izquierda se encuentran grupos como Democratic Socialists of America (DSA) -nacido de la convergencia del DSOC de Michael Harrington y del New American Movement- o Campaign for Economic Democracy, la organización en la que milita Jane Fonda y que dirige su marido, Tom Hayden, con una fuerza bastante notable en California. Estos sectores intentaron preparar un programa económico de izquierda para Kennedy, y aun ahora, tras la renuncia de éste a presentarse como candidato en 1984, piensan lanzar su proyecto, que serviría como base de negociación con el candidato demócrata a la presidencia, sea éste Mondale, Hart u otro.

Carnoy, para quien la izquierda norteamericana busca una alternativa al liberalismo económico, cree que un Gobierno progresista podría exigir, como contrapartida a la intervención del Estado en la reestructuración industrial, un mayor poder para los sindicatos en las empresas. Dos son las premisas de este planteamiento. La primera es que, ante un Gobierno que los apoyara, los sindicatos podrían entrar en un proceso de democratización hoy día impensable, pues la lucha por la supervivencia ante la crisis y ante un Gobierno hostil ha reforzado las tendencias oligárquicas de los sindicatos, ese carácter mafioso que es la peor consecuencia de la integración de la AFL-CIO (el mayor sindicato de EE UU) en el sistema, tras el hostigamiento de la CIO.

Democracia económica

La segunda premisa es que unos sindicatos democratizados y más fuertes podrían controlar la actuación real de las empresas en colaboración con las organizaciones de ciudadanos y consumidores, desbordando así la estrecha planificación corporativa de los neoliberales y avanzando hacia una verdadera democracia económica. Pero para ello, los sindicatos deben comprender que su única salida posible es luchar por un aumento de su fuerza organizativa y de su capacidad de control, ya que las reivindicaciones salariales tienen escasas perspectivas si se considera que Ios sindicatos sólo son fuertes precisamente en los sectores que han perdido competitividad durante la crisis: acero, automóvil, construcción, química". Mientras, en el Sunbelt, donde se sitúan los sectores de punta y las empresas de alta tecnología, la sindicalización es muy baja.Los sindicatos -unos sindicatos bastante renovados, en todo caso- compondrían con las mujeres y los negros una nueva coalición -heredada en realidad de las experiencias de los años sesenta-, capaz de ofrecer una alternativa al populismo de Reagan, un populismo que se ha revelado rápidamente como un conservadurismo puro y simple al servicio del gran capital. Pero esta nueva coalición sólo puede construirse dentro del Partido Demócrata, ya que en EE UU no hay posibilidad de un tercer partido. "El público norteamericano puede votar a personalidades excepcionales, como Wallace o Anderson, pero no a un tercer partido". Así, la única vía es la organización local -"ganar donde se puede ganar"- y la búsqueda de acuerdos a nivel estatal o federal con candidatos que asumen total o parcialmente el programa de la izquierda.

El problema es que Reagan puede ganar las elecciones de 1984 si el candidato demócrata no consigue movilizar a los votantes de esa nueva coalición. (La derrota de Carter fue fruto de la abstención de las mujeres, los negros y los trabajadores, que, aun siendo contrarios a Reagan, no tenían ninguna fe en Carter.) Esos votantes han reaparecido en 1982, ocasionando un retroceso de los candidatos conservadores en las elecciones al Congreso, pero un candidato demócrata sin empuje ni proyecto podría repetir en las presidenciales de 1984 la triste experiencia de Carter.

Reagan va a llegar a 1984 en su mejor momento, tras un año o año y medio de suave recuperación económica -no puede haber una recuperación rápida sin que se desate de nuevo la inflación, ya que "Reagan no ha efectuado reformas estructurales en la economía norteamericana, se ha limitado a yugular la inflación estrangulando la actividad económica"-. En esas circunstancias, el programa del candidato demócrata puede ser la clave de la confrontación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_