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El Barcelona renunció al ataque

ENVIADO ESPECIAL No pasó nada. Nos pasamos noventa minutos pidiendo que no Roviera, que no nevara, que no hiciese más frío. Estábamos al aire libre, esperando que veintidós jugadores profesionales nos entretuvieran, deseando ver un buen encuentro. Pero nadie quiso jugar. Unos porque no sabían y otros por conformismo. Todos dieron por bueno el 0-0 inicial y bastante tuvimos con que ni Roviera ni nevara. El frío, ya se sabe, es obligado por estas tierras en estos tiempos.

Los vieneses, fuera de forma, no culminaron ni una sola jugada, y se dedicaron a aguantar, temerosos de que el Barga les ridiculizara. Pero como el Barga no tenía ganas de jugar, aquí no pasa nada. El 0-0 resuelve la eliminatoria y como esto de la Recopa no tiene nada que ver con la Liga, Udo Lattek volvió a recuperar la alegría.

El Austria tomó la iniciativa desde el primer momento, pero poco a poco fue cediendo en su afán ofensivo. El miedo al contragolpe del Barcelona obligaba al equipo austríaco a mantener ciertas precauciones defensivas. Todo obedecía exactamente a lo esperado por Udo Lattek. El entrenador alemán conocía el temor austriaco al juego azulgrana fuera del Camp Nou. En esta primera parte el Austria puso en peligro la portería de Amador en tan sólo dos ocasiones.

El dominio austriaco, provocado por la táctica de Lattek, resultaba infructuoso porque el equipo local no se atrevía ajugarse el todo por el todo y prefería mantener su prudente planteamiento.

El Barça no buscó el triunfo en ningún momento, ni siquiera en la segunda parte cuando los austriacos acusaron más su inactividad, al carecer de fondo fisico y perder el escasísimo ritmo.

La segunda parte fue calcada a la primera. El Austria salió con ganas de resolver, pero a los 5 minutos, cuando ya Polsters marró una gran ocasión a la media vuelta, los austríacos volvieron a su primitiva táctica. Los ataques continuaron pero sin ningún peligro.

El Barça mantuvo su disciplinada táctica, sin ninguna brillantez, pero que le dio gran efectividad. El ataque azulgrana creó muy pocas ocasiones de gol, y sólo Carrasco y Morán, hasta que le sustituyó Esteban, se acercaron tímidamente a la portería defendida por el internacional austriaco Koncilia.

El fútbol barcelonista volvió a pasar, como siempre, por los pies de Schuster, que se dedicó a entretener el balón, recibir los únicos pitos de la noche, y, de vez en cuando, intentar el pase en profundidad. Y es que el Barça, no perdió, en ningún momento, el control del partido. Hubo instantes en que los jugadores de Lattek se dedicaron a pasarse el esférico sin otra intención que la de que corriera el reloj.

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