'Luna nueva', admirable comedia

"Esta historia se desarrolla en la época oscura del periodismo, cuando un reportero a la caza de la noticia era capaz de hasta justificar un asesinato". Es la frase con que comienza Luna nueva, segunda versión cinematográfica de la comedia de Ben Hecht y Charles Mac Arthur Primera plana, cuyo espectacular éxito en Broadway animó a Lewis Milestone a adaptarla al cine por vez primera en 1930.Luna nueva, que Howard Hawks rodó diez años más tarde, incluía una importante novedad al transformar en mujer a uno de los dos protagonistas. Billy Wilder, al adaptar de nuevo Primera plana en 1974, respetó el esquema original dejando que Jack Lemonn y Walter Matthau interpretaron los personajes que Rosalind Russell y Cary Grant encarnaron en la película que se emite hoy en televisión.

Sin necesidad de establecer comparacion se entre las tres, lo cierto es que Luna nueva (His girl friday, Mi chica Viernes, en el original, título que hace alusión a los mil usos del esclavo de Robinson Crusoe) es una terrible diatriba contra la prensa sensacionalista, la corrupción de la justicia y el oportunismo de los políticos venales ante las elecciones.

La habilidad del guionista, Charles Lederer para combinar el alegre tono, de la comedia con los aspectos trágicos de la historia que narra, es lo que convierte esta versión de Primera plana en una obra de asombrosa perfección. Al final, cuando la sonrisa es de nuevo posible, permanece en el espectador la sorpresa de haber contemplado una película en la que, entre bromas, se nos ha mostrado una serie de personajes ambiciosos a los que la caricatura apenas ayuda a hacer soportables. Discretamente, sin que el espectador se aperciba, Luna nueva se traslada del terreno del buen humor al de un duro drama de denuncia.

Excelente comediante, Cary Grant no será una sorpresa para quien le haya admirado en otras películas; muestra aquí una vez más su rara capacidad para incorporar con verosimilitud cualquier personaje manteniendo al tiempo un leve distanciamiento crítico. Sólo en el precipitado desenlace recurre Cary Grant al tópico.

La película, de cualquier forma, no es suya, sino de Rosalind Russell, la cansada periodista que quiere reestructurar su vida casándose con un honrado provinciano, Ralph Bellamy, sobre quien los guionistas se permitieron humoradas no encontrándole parecido físico más que "con ese actor de Hollywood que se llama Ralph Bellainy". La lucha de Rosalind Russell por vencer su afición al trabajo y no caer en las trampas que le tiende su ex marido, Cary Grant, director del Morning Post provoca un buen número de divertidas secuencias, rodadas con maestría por Howard Hawks, en el reducido ámbito de la oficina de prensa de la cárcel: allí acuden todos los personajes de la trama, interrumpiendo con sus problema particulares la tensión originada por la huida de un condenado a muerte en vísperas de su ejecución.