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Las elecciones municipales en Portugal, una prueba decisiva para Pinto Balsemao

Las elecciones municipales de mañana en Portugal son unánimemente consideradas como una prueba decisiva para el Gobierno de Francisco Pinto Balsemao y la coalición de centro derecha Alianza Democrática, en el poder en Lisboa desde principios de 1980.

En realidad, la actual asamblea legislativa se encuentra tan sólo a la mitad de su mandato, y no debería haber elecciones generales con eventuales cambios en el sistema de alianzas entre partidos antes de octubre de 1984.Además, en Portugal, como en todas partes, las elecciones locales implican la consideración de una serie de factores que impiden que sus resultados se traduzcan mecánicamente en supuestas alteraciones de relación de fuerzas a nivel político-nacional.

Sin embargo, la gravedad de la situación económica y social portuguesa y el clima de tensiones y de confusiones instalado al más alto nivel dirigente han llevado a la oposición -minoritaria y dividida irremediablemente en el Parlamento- a invertir todos sus esfuerzos para obligar al cambio de orientación política en la campaña por las elecciones municipales, y la propia mayoría de Alianza Democrática acabó por aceptar el desafío

Más aún: los dos mayores partidos de la coalición gubernamental, el socialdemócrata y el democristiano, no ocultan que esperan también con interés el voto de mañana domingo como una indicación importante para la lucha en curso por la hegemonía en el seno de la coalición.

De esta forma, los resultados serán examinados con el mayor interés y no es casualidad que tanto el PSD como el CDS reúnan sus máximos órganos dirigentes el 18 de diciembre, precisamente para adecuar sus estrategias y tácticas políticas futuras conforme el resultado de la consulta municipal

Elecciones anticipadas

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El partido socialista y el partido comunista, que desde hace meses venían exigiendo del presidente de la República la dimisión del Gobierno y la disolución del Parlamento, consideran que una "derrota significativa" de Alianza Democrática debe obligar al presidente, general Ramalho Eanes, a consultar al electorado, y esta interpretación es compartida en sectores de Alianza Democrática.Vasco Pulido Valente, que fueuno de los consejeros de Francisco Sa Carneiro, en nombre de los socialdemócratas que contestan la actual orientación política del Gobierno, defiende que si Alianza Democrática baja sensiblemente en relación a los resultados de octubre de 1980, "deben ser los partidos que componen la coalición quienes tomen la iniciativa de exigir del presidente de la República la convocatoria de elecciones generales anticipadas".

Para este sector se sobrentiende que socialdemócratas y democristianos deberían disputar por separado esta campaña electoral para medir sus propias fuerzas -lo que no hacen desde 1976- y decidir si mantienen o no la actual coalición.

Más discretamente, un sector del CDS defiende también la misma tesis, y Freitas do Amaral tuvo que resistir en el seno de su propio partido a fuertes presiones en el sentido de apartar a los ministros democristianos del Gobierno de Balsemao antes del escrutinio.

El líder del CDS se limitó a acentuar en los últimos días su distanciamiento en relación con la actividad del Gobierno. Motivos de salud le impidieron desarrollar una serie de misiones oficiales, pero Freitas do Amaral juzgó que no era oportuno faltar a la reunión de los democristianos europeos en París.

El ministro socialdemócrata de asuntos parlamentarios, Marcelo Rebelo de Sousa, formalizó ayer su solicitud, de dimisión, lo que significa para la Prensa portuguesa la confirmación (le un importante cambio ministerial a realizar por Francisco Pinto Balsemao inmediatamente después de las elecciones.

El dirigente socialista, Mario Soares, dio claramente a entender durante la campaña que los socialistas portugueses han renunciado para siempre a los Gobiernos minoritarios y que están abiertos a la eventualidad de una alianza con los socialdemócratas, pero que ésta sólo sería posible después de elecciones generales. El PS necesita unos resultados que aun sin significar el gran salto positivo que espera Mario Soares para recuperar el primer lugar sobre la escena política portuguesa, detengan el notable descenso de influencia que se registró en todas las convocatorias electorales desde 1978.

Si no lo consigue, la tantas veces anunciada italianización del PSP será una perspectiva a corto plazo, obligando a reajustes de dirección y de orientación.

Los comunistas, siempre beneficiados en las elecciones locales (obtuvieron su mejor resultado en 1979, con el 20,1 % de votos), parecen únicamente preocupados con la consolidación de este peso electoral.

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