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El 28 de octubre, elecciones legislativas

La mayoría de los votos de Cataluña puede repartirse entre socialistas y Convergència

La capacidad de convocatoria que han demostrado tener en esta recta final de la campaña electoral el Partit deis Socialistes de Catalunya y Convergència Democràtica abona todavía más la teoría de que, fundamentalmente, unos y otros se van a repartir el voto del electorado catalán. La plaza de toros Monumental fue testigo este pasado fin de semana del poder de convocatoria de ambos, unas 50.000 personas atraídas por Felipe González, en el mitin de clausura del Partit dels Socialistes de Catalunya, y alrededor de 30.000 bajo la convocatoria de Jordi Pujol y Miquel Roca Junyent, principales líderes de la coalición Convergència i Unió (CiU).

Contrastaban estas cifras con la escasa afluencia de gente al acto que paralelamente protagonizó Heribert Barrera, presidente del Parlamento de Cataluña y máximo dirigente de Esquerra Republicana (ERC); poco más de mil personas, que pusieron las caras largas a los responsables de este grupo haciéndoles temer por sus resultados y por la validez de una política, de corte catalanista y radical, emprendida hace ahora cuatro años.Si el desarrollo de la campaña va a ser como opinan los expertos trascendental para lo que decidan las urnas esta vez, el bipartidismo en Cataluña puede ser más acusado de lo que en principio se preveía, A los ciudadanos de a pie les ha llegado básicamente la propaganda electoral de las formaciones socialista y convergente. La campaña de Jordi Pujol ha sido de las más duras e intensas que se recuerdan por el lugar, hasta el extremo de que los dirigentes del PSC llegaron a criticar su coste, que dijeron era superior a la suma de los millones gastados por todos los demás partidos. Convergència, en efecto, ha pasado con mucho los 500 millones presupuestados oficialmente, es decir, se ha volcado respondiendo a una imperiosa necesidad política: la de ganar al PSC o, en su defecto, conseguir que el triunfo socialista sea mínimo.

Las razones de esta avalancha de recursos están en las elecciones municipales y autonómicas que deben celebrarse a partir de estas legislativas y en la necesidad de protección que tiene el Gobierno Pujol ante el previsible triunfo mayoritario de los socialistas españoles. Ganando Convergència i únió ahora, es casi seguro que ganaría después la alcaldía de Barcelona (ahora en manos del PSC), y que se transformaría en la fuerza hegemónica en Cataluña cuando, en 1984, se celebren las elecciones al Parlamento.

Ganando Convergència ahora, Pujol adquiere en este ámbito geográfico la fuerza moral que necesita indefectiblemente para seguir con su Gobierno monocolor en la Generalitat, o alterarlo mínimamente regalando una cartera a la formación de centro (los representantes de Landelino Lavilla o los de Adolfo Suárez) que consiga convencer para que le preste apoyo parlamentario.

Mirando a Madrid

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Aún queda una tercera razón para gastarse tanto dinero y bombardear al catalán con esa intensa campaña propagandística; cuantos más diputados saque Convergència en Madrid, en mejores condiciones estará para estas dos hipótesis políticas: a) pactar en buenas condiciones con el PSOE para entrar en el Gobierno de la nación, si es que Felipe González necesita esos diputados para poder gobernar; b) poder ofrecer un pacto parlamentario al PSOE, es decir, sin entrar en el Gobierno de Madrid, a cambio de que se desarrolle la autonomía catalana, en el caso de que el triunfo de los socialistas sea mayoritario y Felipe González no necesite los votos convergentes.

Los continuos ataques que socialistas y CiU se han dirigido en esta campaña ha dejado bien claro que no existía ningún pacto previo entre ambas formaciones. Ahora, en las últimas horas previas a la emisión del voto el elector ya se ha empapado de que los socialistas temen una actitud numantina de Pujol y de que el enemigo de Convergèencia i únió es el PSOE, aspecto éste que el presidente de la Generalitat ha puesto de manifiesto al participar en los mítines centrales de su partido y pedir "el voto útil para Convergència, única forma de impedir el triunfo del socialismo".

En esta fuerte pugna, los convergentes se han amparado en la no menos intensa campaña que contra el PSC ha desarrollado la patronal catalana: Fomento del Trabajo ha buscado derivar cuantos más diputados mejor, especialmente a las formaciones de Jordi Pujol y de Miquel Angel Planas, el representante de Manuel Fraga en Cataluña, pero sin especificar que se decanta por ninguna de las dos, ambigüedad que ha intentado aprovechar Convergència para captar voto fuera de su espacio nacionalista natural.

Allí les espera, además de AP, el Partit Socialista Unificat (los comunistas catalanes), que ayer, con su mitin central en Barcelona, proyectando la figura de Santiago Carrillo, intentarán evitar que socialistas y convergentes se repartan Cataluña.

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