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Georg Kreuzer

ha conseguido superar el récord de clavar clavos sobre madera -más de 10.000 clavados-, mientras Gerard SchoeIer trataba, a la entrada de un restaurante, de sobrepasar la marca de permanencia en un retrete, informa Efe. Gerard ha estado cinco días amarrado al sanitario. Junto a él, veinticuatro personas consiguieron encaramarse a una sola motocicleta y, muy cerca, un grupo de bomberos intentó con sus mangueras, por tercer día consecutivo, apagar un fuego imaginario ante cientos de curiosos. Estas y otras muchas extravagancias han ocurrido esta semana en la provincia de Carintia (Austria) y no porque la gente se haya vuelto loca de repente. No. La única finalidad de los protagonistas de tales escenas era la de verse inmortalizados en el Guinness, el libro de la editorial del mismo nombre que recoge anualmente toda suerte de marcas mundiales. La epidemia colectiva que parece haber alcanzado a los habitantes de la región encontró su máximo reflejo en el masivo concurso de sus habitantes a la hora de formar el círculo humano más grande del mundo. El intento resultó fallido en esta ocasión, al observar los jueces que los 18.776 participantes no lograron cerrar el pretendido círculo humano en tomo al lago de la provincia. Pero aunque no consiguieron su propósito, los lugareños de esta región cercana a la frontera yugoslava figurarán en la próxima edición del Guinness como "el grupo humano más numeroso que intentó conjuntamente establecer un record mundial". El esfuerzo colectivo por "el más difícil todavía" culminó ayer con la marca mundial establecida por los hermanos Graemi, que cumplieron cincuenta horas seguidas jugando sin interrupción a los dados.

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