Atletismo de elite
El atletismo español es de los mejores del mundo. Que un país subdesarrollado deportivamente, sin una buena educación física en los colegios, con profesores y monitores en paro o insuficientemente pagados, sin las debidas instalaciones en las grandes y medianas ciudades y sin apenas posibilidades de practicar el atletismo en los pueblos, consiga cinco medallas en los campeonatos europeos es una marca difícilmente igualable.El número de practicantes del deporte básico y fundamental es realmente sonrojante. El número de encuentros internacionales es prácticamente nulo. Los espectáculos, en su mayoría, son poco menos que reuniones de familia. La gente del atletismo tiene espíritu misionero y no abandona porque está más allá del bien y del mal.
Sin base adecuada, el atletismo ha vivido de las figuras esporádicas que es como se ha desarrollado todo el deporte español, excepto el fútbol. Hasta hace unos años lo más que se podía lograr era un triunfo de Mariano Haro. Lo único que teníamos eran hombres de pierna corta y mujeres con voluntad y escasos recursos. En los últimos tiempos, gracias a la labor de clubes modestos, ha sido posible la aparición de atletas que componen la mejor generación de todos los tiempos.
La euforia del momento debería servir para que, de una vez por todas, se pudiera contar con un estadio homologable internacionalmente. El atletismo también necesita a las masas. Además de la promoción de valores hay que captar a los espectadores. El atletismo no puede mantenerse más tiempo en la semiclandestinidad.
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