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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nuestra vieja condición de fugitivos

Logan corre; huye de algo, busca algo. Corre todos los días, de cuatro a cinco de la tarde, en el televisor de casa. La televisión descubrió hace años el valor dramático de la fuga -El fugitivo-, segura de que forma parte de nosotros mismos. Tal vez antes nuestra condición de fugitivos en esencia estaba ya descubierta por la fuga blanca del parchís o la barroca-campestre del juego de la oca.Logan huye de la Ciudad de las Cúpulas: trata de encontrar el Santuario. Estamos en el futuro, y ya se sabe que nada aproxima tanto el espectador a la crítica de nuestra época como una buena ideación de futuro. En la Ciudad de las Cúpulas se practica una forma desarrollada del control de población y de la eugenesia. Los hijos no conocen a sus padres, y las gentes son sacrificadas al llegar a los treinta años. Está prohibido salir al exterior (en el exterior hubo una guerra nuclear), donde nadie puede sobrevivir. Pero Logan huye. No va solo. Van con él una muchacha y un androide: es decir, un robot extraordinariamente desarrollado. Cumplen su papel dramático. La muchacha es, sobre todo, mujer, y, naturalmente, maternal; y con añoranza de una madre que nunca conoció, de la misma forma que Logan añora precisamente a su padre: la división de sexos funciona absolutamente, y es probable que ése sea uno de los mensajes sólo subliminales de la serie. Logan es viril, armado, ágil, como Jessica es dulce, femenina, débil: en las carreras se cae, se hiere en las rodillas, se tuerce los tobillos. Lleva una túnica breve de color rosa, bajo la cual emergen unos muslos muy estimables. Y en el cuello, una cruz. Pero no una cruz corriente, que haría demasiado fácil una identificación: una crux ansata -con su lazo, o asa, en la parte superior-, como la que en el antiguo Egipto representaba la vida. Es un equívoco interesante.

La Metro-Goldwyn-Mayer es una fundación de hebreos, y los nombres de los carteles de crédito de la serie muestran que lo sigue siendo en esta serie: pero hay ahora muchas empresas en las que se mezclan el Antiguo y el Nuevo testamentos: frente al comunismo, frente a los ateos. O frente a los musulmanes, como en Líbano. El androide tiene el mismo valor que el gracioso en la comedia clásica, o el de Sancho junto a Don Quijote.

Hombre, mujer, escudero

Para que el trío hombre-mujer-escudero huya es preciso que se le persiga. La Ciudad de las Cúpulas ha delegado un vigilante, todo lo implacable que es preciso para que continúe la serie. El vigilante, Francis, es el doble opuesto de Logan. Su mismo uniforme, su misma arma, su corte de pelo, su talla, su edad. Otro gran recurso dramático: el gemelo-enemigo. Y aquí represa el libro de caballerías: son enemigos leales. Si Logan, capturado por Francis, recibe de éste su arma para enfrentarse a un riesgo, pero con la promesa de devolverla y entregarse cuando el riesgo haya terminado, Logan lo cumple: ha dado su palabra.

El viril Logan, la femenina Jessica, el escudero-gracioso-androide, van encontrando en su fuga ciertas breves formas de supervivencia, de civilización, que coinciden con algunas abstracciones de nuestra época. Suelen encontrar grupos donde hay verdugos y víctimas. Los encuentran, por ejemplo, en una especie de manicomio donde se lava el cerebro y se encierra a los que tienen que servir al orden. Siempre que hay esclavos o sometidos, el trato del guión y la cámara es muy peculiar: se ven negros, ancianos, mujeres, niños. La parte débil de la sociedad. El caballero andante les libera y continúa su andadura. Puede encontrarse en una especie de refugio donde están hibernados desde doscientos años antes seis grandes científicos, que una civilización agonizante ha conseguido salvar. Pero entre esos grandes científicos se sabe que hay un impostor, que no vacila en asesinar. Mensaje: la ciencia y la técnica son los grandes aliados del ser humano.

Pueden llegar también a un cierto paraíso, donde la vida es grata -después de deshacer convenientemente la presencia del mal-; pero Logan resistirá la tentación y seguirá su carrera, porque la noción de peligro da un determinado gusto a la vida y es necesaria: se puede encontrar un residuo de la frase de Benito Mussolini que recomendaba vivere pericolossamente. Sin ningún riesgo, en este caso, de que haya confusión del interés de la serie por el nazismo o el fascismo clásicos.

Es otra forma de vida la que se va ensalzando poco a poco, tarde a tarde, en La fuga de Logan (Logan's run, o La carrera de Logan, en el título original). Es lo que ahora se llama lo natural: el hombre viril, la mujer receptáculo de la vida y enteramente femenina, pasiva, compañera: el servidor sumiso, programado, incapaz de salirse de su misión de ayuda. La familia como "celula primaria de la sociedad", que dijeron, entre otros, Franco y el mariscal Pétain. La defensa del individualismo, y quién sabe si la del libre mercado y la libre concurrencia, a la larga.

La fuga de Logan se emite de lunes a jueves a las 16.05 por la primera cadena.

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