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Ofensiva política en UCD para frenar la descomposición interna

Medios centristas esperaban que este fin de semana se iniciase una "ofensiva política" en Unión de Centro Democrático para acabar con lo que ya se anuncia como una nueva batalla interna por el poder e iniciar lo que se llama la regeneración del partido. Aunque no existe confirmación oficial al respecto, se considera prácticamente seguro que Leopoldo Calvo Sotelo, Landelino Lavilla y Adolfo Suárez mantendrán una nueva reunión en la Moncloa, en un intento por llegar a un acuerdo en el reparto de papeles que evite una peligrosa sensación de "vacío de poder". Tal reparto significaría necesariamente profundos cambios en el equipo gubernamental.La maquinaria del partido centrista y en parte el propio Gobierno se encuentran prácticamente paralizados en espera de la solución que, en su caso, salga de estas reuniones del triunvirato. Mientras tanto, comienza a detectarse una sorda lucha por ocupar puestos destacados en la estructura ucedista, cara a la próxima y decisiva reunión del consejo político del partido .

La lucha entre las familias políticas por situar en la presidencia del partido a Adolfo Suárez o a Landelino Lavilla podría concluir si ambas partes aceptasen una tercera solución, quedando los dos "hombres fuertes" de UCD en la sombra, aunque moviendo los hilos a través de sus hombres respectivos. Esta solución podría llamarse, afirman algunos medios centristas, Juan José Rosón, quien viene predicando la necesidad de una "tercera vía", colocando hombres de lo que se viene llamando la segunda generación en los puestos clave del aparato del partido. Los partidarios de esta solución avanzan, incluso, el nombre del actual ministro de Trabajo, el socialdemócrata Santiago Rodríguez Miranda, para la secretaría general, que hoy ocupa el democristiano Iñigo Cavero.

El "descenso" político del vicepresidente Rodolfo Martín Villa, a quien Suárez se opondría expresamente, hace que Rosón ocupe de hecho la cabecera de los "azules" y vea notablemente incrementada su fuerza y su capacidad de negociación.

La primera solución avanzada por los hombres de Suárez -y filtrada a determinados boletines confidenciales- consistía en intentar la aceptación de Lavilla para que éste ocupase la secretaría general. En una segunda fase se llegó a filtrar que Lavilla podría quedar como candidato a la presidencia del Gobierno tras las elecciones generales, noticia esta que provocó la indignación de los democristianos fleles al presidente del Congreso, como Fernando Alvarez de Miranda o el propio Cavero. Lavilla se manifestó públicamente "perplejo" ante las versiones ofrecidas por algunos medios sobre las reuniones del triunvirato, al tiempo que se declaraba contrario a la posibilidad de convertir UCD en un partido bisagra, renunciando de antemano, por tanto, a ser una opción vencedora en las próximas elecciones.

Esta "guerra psicológica" acabó por provocar no pocas tensiones adicionales entre las familias centristas. El sector democristiano, contrario al abandono de UCD para ir hacia una coalición con Fraga, habría decidido, a la vista de la situación, plantear su propia opción de poder, convenciendo a Iñigo Cavero para que trate de mantenerse en la secretaría general pese a su evidente cansancio y descontento. Cavero hizo público ayer un comunicado anunciando que prepara "un plan político para la salida de la crisis de UCD". Este plan político, del que no se da ningún detalle, "incluye los criterios y la metodología para la elaboración del futuro programa electoral y la adopción de decisiones sobre la dirección del partido en la próxima etapa". El comunicado de Cavero concluye pidiendo "tiempo suficiente" para realizar consultas, recordando que también el PSOE necesitó de mayo a septiembre de 1980 para encauzar sus problemas internos.

Esta última referencia, que aparece un tanto forzada en el texto del comunicado, sugiere que una nueva divergencia de los partidarios de Lavilla respecto a los suaristas se centra en la negativa de los primeros a concluir desde ahora un pacto poselectoral con los socialistas, cosa que Adolfo Suárez trata de lograr en sus más recientes encuentros con Felipe González. El enfrentamiento entre los democristianos que quisieran permanecer en UCD y los suaristas, que pretenden reconvertir UCD en un partido populista -al margen de las ideologías tradicionales-, se hace cada vez más patente.

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El baile de nombres apuntado, de concretarse finalmente en alguno de sus extremos, conlleva necesariamente una profunda remodelación en el Gobierno de Calvo Sotelo. Medios próximos a la Moncloa insistieron en que, "pese a la dificultad de la situación", el presidente Calvo Sotelo se muestra decidido a mantenerse al frente del Gobierno hasta la celebración de las elecciones. Sin embargo, estos mismos medios insisten en que la "operación de regeneración" de UCD que intenta ponerse en marcha pasa también por una mejora en la imagen del Gobierno, y para ello "debe prescindirse de algunos de los ministros más tocados". Otras versiones apuntan hacia un cambio en profundidad en todo el equipo ministerial.

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