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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El abc de UCD

En economía, y allá cada cual con su conciencia al deslindar tal dimensión, la actuación de UCD a lo largo de ya los últimos seis años ha sido, para mí, vacilante, frecuentemente tardía, de pobres resultados a la vista y, sobre todo, contra la opinión general, densa y compleja. A proponer una cierta reducción de esta complejidad se limita el presente artículo.En primer lugar, las declaraciones programáticas generales han sido en lo económico, quizá por táctica, pero a buen seguro también por la diversidad de vectores políticos en el seno de UCD, harto pastosas, vagas, lo que a menudo ha sido doblado por el Gobierno económico de UCD por imperativos de acomodación pragmática.

En la misma línea me parece ya un tópico el que se pueda hablar de un modelo de política económica constante en UCD. Creo que hay que diferenciar tres subperíodos: julio de 1976-julio de 1977, julio de 1977 hasta finales de 1978 y 1979-1982. En el primero está claro que no se sabe muy bien qué hacer con la economía, y aunque se ensayan diversas acciones -quizá demasiadas-, los desequilibrios empeoran gravemente con algún confuso esquema de expansión selectiva heredado del pasado. De ahí deriva el ya tópico de la alergia de Suárez a la economía emitido, por ejemplo, por plataformas empresariales y financieras.

En segundo lugar, el período 1977-1978 contiene una cierta dosis de ortodoxia liberal del programa Fuentes, con la concertación social de los pactos de la Moncloa y los primeros pasos de la reforma fiscal. Irrumpe, con una cierta energía, el modelo de la prelación del logro de equilibrios respecto a los niveles de empleo y actividad, de la recomposición de los usos del producto en favor de la inversión privada y las exportaciones, de la recuperación del excedente empresarial con control salarial, de una política monetaria en el mismo cogollo del esquema global. Hay que decir que los resultados del ejercicio 1978 seguramente son, en conjunto, lo mejor de todo el mando económico de UCD. Hacia primeros de 1979 se detecta el inicio del cambio central de modelo. Dos hechos a nivel de nuevos objetivos: la lucha contra un paro creciente está escalando ya los primeros lugares del elenco de fines propuesto por el Gobierno, y los deseos en cuanto al PIB son ya de tasas del 4%, 5,5% y hasta 6% Uno sugiere que Suárez se iba cansando de los costes políticos de la ortodoxia aplicada, que se impacienta ante el esperar de Godot de la inversión privada y busca nuevas vías. Su discurso ante la moción de censura, en septiembre de 1980, iba a culminar el proceso al centrar la atención en la estrategia de demanda (García Díez por Abril y Leal puede ser un descarte congruente).

Implicaciones instrumentales de esta flexión hacia un modelo más expansivo, con algún aspecto socialdemócrata seguramente muy desordenado, han sido: la nueva funcionalidad del déficit público, el nuevo énfasis en la inversión pública -comisión y programa-, las transferencias acrecentadas al sector personal, las subvenciones a empresas y la financiación de sectores industriales en crisis, el aumento de aportaciones a la Seguridad Social, la marcha del crédito oficial, incluso transferencias a corporaciones locales....

En el contexto de los pésimos resultados de 1979 hay que registrar en el haber del Gobierno la grávida presencia de la segunda crisis del petróleo. Conviene comparar los resultados en este país con los promedios en la OCDE, tomando alguna cuenta del grado de dependencia. Haciéndolo así desde 1979 hasta 1981 resulta que siempre ganamos los trofeos europeos a los desequilibrios, mientras que estamos en la cola de las copas a los niveles de actividad. El último trienio, el de mayor memoria electoral, por tanto, ha sido, sin eufemismos, fatal.

Que las preocupaciones, y acciones de tipo coyuntural sean predominantes no va a sorprender a nadie. Pero quizá no esté tanto en la memoria social el hecho de que UCD ha dado golpes de timón coyunturales cada seis meses como promedio. De lo que se infiere que sean cuales fueren las valoraciones acerca de su eficacia y de la bondad de los resultados, lo que no se puede afirmar es que el Gobierno haya olvidado este eje de actuación: intentarlo lo han intentado, quizá incluso en exceso.

Por último, quisiera incidir en el aspecto de la reforma administrativa como condicionamiento de una buena ejecución de la política económica. UCD ha tocado poco el tema, quizá por temores similares a los que puedan embargar al PSOE ante los intereses de algún poderoso grupo social.

Jacinto Ros Hombravella es profesor agregado de Política Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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