'El extraño viaje'

En una buena película, por debajo de las cosas ostensibles, ocurren otras subterráneas. Es lo que en la jerga gramatical en boga se llama "tener diversas lecturas". En este filme hay, efectivamente, diversos estratos de entendimiento ocultos tras la rocambolesca simplicidad de la historia.Hay un relato de humor y otro de amor, de la. misma manera que hay una trama criminal en la que se imbrica un dramón. Hay un tejido de situaciones de sainete, zarzuela y de otras tradiciones ibéricas, combinadas con el cinismo casi licencioso del vodevil cosmopolita. Hay horror convencional y horror esquinado hacia su vertiente ridícula, humor negro. Y hay, sobre todo, una expresión casi esperpéntica de la mugre moral de la España de posguerra.

Para conseguir este entramado de juegos de estilo en un filme sin enrevesamientos narrativos, contado con cánones realistas casi elementales, Fernán Gómez emplea con un tino genial dos factores decisivos. Uno es la estética del feísmo: una meticulosa sordidez, con tradiciones bien precisas en nuestra literatura y nuestra plástica, brota de decorados, secuencias y personajes, en los que la fealdad física es sólo un trasunto de la fealdad de su forma de vida.

Y el que no es feo, en este filme divertido y atroz, es hortera, atacado de fealdad cultural. Los personajes transpiran el medio cultural de la peor intrahistoria de España. Y de ahí proviene el segundo factor: los formidables actores, que han quedado en el cine español como un modelo de seleción y de dirección de un reparto cinematográfico. Cada actor actúa a la perfección en su composición personal, pero esta no es nunca meramente personal, sino hecha en función recíproca de sus oponentes, que asi se convierten en complementarios, en partes de una unidad.