La Feria de Abril sevillana quedó inaugurada a medianoche
Las primeras autoridades sevillanas cumplieron en la medianoche pasada con el único gesto que los ciudadanos de estas y otras latitudes esperan de ellas en tan singular ocasión: declarar inaugurada la Feria de Abril. Hecho esto, mides de sevillanos y forasteros iniciaron las libaciones y los cantes tradicionales para olvidar durante una semana que pueda existir el mundo más allá del recinto ferial e incluso que falta menos de un mes para las elecciones en Andalucía.
El vino, el cante y el baile por sevillanas son elementos fundamentales de estas fiestas de primavera, que atraen a cientos de miles de ciudadanos de toda España y del extranjero y constituyen, junto a la Semana Santa, la ocasión festiva más esperada por los habitantes de esta ciudad a lo largo de todo el año, así como una oportunidad de oro para el sector hostelero y comercial de Sevilla, y para un conglomerado despierto de parados, cocheros, temporeros de la barra, gitanas y feriantes propiamente dichos.Nacida hace 135 años por iniciativa de un concejal de origen vasco y otro de origen catalán, la Feria de Abril tuvo en sus comienzos un carácter mercantil y agropecuario, que pronto quedó orillado por sus aspectos lúdicos y diversivos, mucho menos sensibles a los cambios sociales y económicos. Aunque sufriendo distintas vicisitudes, la Feria no ha cesado de ganar en atractivo popular y en afluencia, lo que obligó hace diez años a su traslado de lugar, desde el primitivo Prado de San Sebastián hasta el actual emplazamiento, junto al barrio residencial de Los Remedios, de donde, dicen, habrá también que sacarla, porque se quedará pequeño, en menos de otra década.
Ausencia de elitismos
La feria que hoy nace consta de novecientas casetas (el número permite hacerse una idea de la ausencia de elitismo que en 1982 ha alcanzado el festejo), distribuidas en una docena de calles con nombres de toreros, y sigue siendo muy alegre para el que participa y aburrida para el que mira. El acceso a las casetas e menos difícil de lo que se cuenta comúnmente, pero resulta casi imprescindible conocer a algún socio que introduzca al visitante en el acotado recinto del baile, el fino y el albero.La inminente campaña electoral al Parlamento andaluz no parece que vaya a estar muy presente en la Feria, ni siquiera en las casetas de los partidos políticos -que han aceptado la recomendación del Ayuntamiento de no hacer propaganda electoral-, aunque se puede apostar doble contra sencillo a que más de un líder nacional pasará para los fotógrafos y las cámaras de Televisión en la caseta de su partido, antes de que, en la noche del domingo, concluya la feria con un a tradición reencontrada: el castillo de fuegos artificiales.
Después de unos comienzo titubeantes, puede decirse que el Ayuntamiento surgido en abril de 1979 ha tomado las riendas de la Feria abrileña, cuidando sobre todo de que la masificación inevitable no liquide su auténtico espíritu. En esta edición han entrado en vigor, precisamente, las nuevas ordenanzas de feria, que regulan escrupulosamente desde el estacionamiento de los caballos hasta el tipo de construcción permisible en las casetas y el lugar, discreto, en que ha de colocarse la publicidad. En todo caso, la tradición manda.
Más de quinientos agentes de la Policía Municipal mantendrán en orden el recinto, que cuenta también, naturalmente, con servicios de ambulancia, recogida de basuras y bomberos. El espacio dedicado a aparcamiento de vehículos se ha incrementado este año en un 50%, aunque se sigue recomendando al personal que utilice el servicio especial de autobuses urbanos, que sale cada minuto y medio.
La Feria, por otra parte, no supone ningún quebranto económico para el Ayuntamiento. Aunque el montaje ha costado 93 millones de pesetas a las arcas municipales, los ingresos calculados por licencias de casetas y atracciones superan los 150 millones de pesetas. Los beneficios para el comercio, la hostelería y la pequeña industria local, aunque nunca se han calculado, son evidentemente elevados.
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