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Tribuna
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Voto de castigo

Anselmo López es uno de los escasos dirigentes del deporte español que merece todos los respetos. Su talante liberal, su caballerosidad y su desprendimiento para con el deporte le han creado durante años un prestigio que ahora algunos pretenden desmontar. Anselmo López siempre pretendió estar en el mundo del deporte como un independiente. En los años de la Delegación Nacional de Deportes accedió a un cargo directivo con la condición de no usar la camisa azul, como era costumbre. En la actualidad ha continuado en las esferas del poder deportivo sin adscribirse a UCD.Anselmo López ha vivido en el deporte de su propio dinero. Es más: durante mucho tiempo se negó a percibir los honorarios que le correspondían por su cargo en la DND. Anselmo López ha pretendido ser siempre un aficionado en el sentido estricto de la palabra. Ese arnor al deporte es el que le ha permitido dimitir cuando lo que se ha movido a su alrededor no le ha resultado satisfactorio. El prestigio que ha alcanzado en el movimiento olímpico internacional no hay quien se lo quite.

El miércoles, en el Comité Olímpico Español le dieron una puñalada trapera. Aunque salió elegido como secretario general del organismo, tuvo veinticuatro votos en contra y once abstenciones. El estamento más reaccionario del deporte hispano ha afirmado en sus cargos a los más inmovilistas. Anselmo López ha quedado en el COE como un islote. O como un barco con rumbo perdido. A Anselmo López, que es simplemente un hombre civilizado, lo han convertido en el rojo peligroso del COE.

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