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Por fin se encontraron los culpables de las bajas

Las reuniones bursátiles de ayer presentaron una novedad que les hizo especialmente gratas para los asistentes habituales a las reuniones, a pesar de que las diferencias que reflejaban los índices generales eran negativas. Por primera vez, en los últimos días existían unos culpables claros del mal ambiente que se generaba: Telefónica, Petróleos y los dos bancos que aceptaron recortar los precios de sus acciones -Hispano y Santander- habían sido, con su entreguismo, quienes propiciaron el ambiente vendedor que se generalizó en los mercados de valores nacionales.La brevedad de la presente semana, y la ausencia prácticamente total de órdenes compradoras, han hecho variar los planteamientos iniciales que posiblemente asumieron los principales inversores institucionales y se han aceptado las bajas de los grupos industriales como un mal menor, ante una posible generalización de los recortes.

El escaso cumplimiento de la obligación de resistir pese a quien pese, que se les había atribuido a los valores del grupo bancario, junto con las bajas de Telefónica que han sido objeto de calificativos aún mas rotundos por parte de los inversores, han sido las dos circunstancias que en concreto han venido a definir el comportamiento discretamente negativo que han reflejado las bolsas españolas durante este ciclo semanal.

Si se desciende al análisis pormenorizado de lo que sucedió ayer en el mercado madrileño, habría que señalar que casi todas las bajas que reflejaron los índices sectoriales tuvieron sus protagonistas concretos. En el indicador particular del grupo bancario incidieron los recortes ya comentados que aceptaron Hispano y Santander.

Las eléctricas, que iniciaron la reunión apuntando claros síntomas de nerviosismo, se vieron afectadas por las bajas de Hidrola, Unión, Fecsa, Hidro Cantábrico y Viesgo, que aunque no resultaron demasiado estruendosas, sirvieron para diluir los conatos de reanimación que viene aportando Iberduero, una vez que se comienza a vislumbrar una salida negociada al principal problema que atenaza a la sociedad: la central nuclear de Lemóniz.

En el grupo que engloba a las empresas constructoras e inmobiliarias, la baja de Vallehermoso vino a romper una, complicada combinación, casi de encaje de bolillos, gracias a la cual la neutralidad del sector en la evolución del índice general estaba prácticamente garantizada. Por cierto que la rumorología bursátil se ha centrado sobre esta sociedad, a quien atribuye la intención de realizar, en fechas no demasiado lejanas, una ampliación de capital en la proporción de una acción nueva por cada cuatro antiguas, liberados los nuevos títulos en un 25% de su valor nominal.

Con esto y muy poco más se cerraba una nueva reunión que apenas aportó novedades a los tenebrosos presagios que adelantan los especialistas, quienes aparecen convencidos de que la impotencia del mercado bursátil para reiniciar procesos alcistas, debe dar lugar a repliegues más o menos generalizados, por más que las épocas primaverales suelan ser las menos propicias para que los bancos acepten repliegues importantes en sus cotizaciones, y que la rentabilidad de las eléctricas parezca preservarles, al menos por el momento de bajas de consideración.

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