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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Deseos humanos', una obra maestra de Fritz Lang

Fritz Lang, uno de los grandes cineastas europeos de la edad dorada, fue un vienés de origen judío al que su talento y algunos vaivenes biográficos pusieron en la cima del cine alemán de la anteguerra. Entre 1918 y 1933 realizó en Alemania veinte películas, algunas de las cuales son títulos vitales de la historia de este arte. Entre ellos, Los Nibelungos, Metrópolis, El testamento del doctor Mabuse y M. el maldito.

Cuando Hitler, que se proponía borrar de la Tierra todo cuanto tuviera un eco judío, tomó el poder, la gloria del cine alemán se identificaba con el nombre de un Judío. El doctor Goebbels asumió la responsabilidad de elevar a la cumbre la cultura aria. No tenía el doctorcillo cojo y con pinta agitanada muchos escrúpulos. Llamó al judío Lang y le ofreció ponerse al servicio del Tercer Reich y de su olimpo o walhalla ario.

Lang fingió aceptar y, a la mañana siguiente, escapó de Alemania en medio de una rocambolesca aventura, en la que su peor enemigo fue su propia esposa, la escritora Thea von Harbou, una ilustre comunista que se hizo nazi fanática de la noche a la mañana. Era el año 1934 y dos años después inició su etapa en el cine norteamericano con la más fiera diatriba que se haya filmado nunca contra el fascismo: la admirable Furia, uno de los grandes monumentos del cine. Era la respuesta de Lang a la cínica propuesta de Goebbels.

Entre 1936 y 1956, Lang realizó en Hollywood veintidós filmes, algunos de los cuales se cuentan entre los mejores, más perfectos y enérgicos del cine norteamericano: La mujer del cuadro, Rancho Notorius, La sombra de una duda, Perversidad, Deseos humanos. En ellos, el esfuerzo de Lang por unir en un solo e indisoluble estilo las tradiciones del realismo clásico norteamericano con el vasto aparato poético del expresionismo alemán, dio lugar a una serie de obras incatalogables, en las que la transparencia narrativa, de estirpe anglosajona, encubría. a la helada fiebre nórdica que heredaron los grandes discípulos de Max Reinhardt y que creó una escuela inimitable de cineastas, al mismo tiempo exaltados y matemáticos, entre los que se cuentan, además de Lang, Erich von Stroheim, William Dieterle, Douglas Sirk, Billy Wilder, Otto Preminger y, en cierta manera, Joseph von Sternberg.

Deseos humanos, rodada en 1954, pertenece a la última etapa de Lang en Hollywood. Es, tal vez, una de las películas en que con mayor fuerza logró Lang esa identidad entre realismo y expresionismo a que antes me referí. La sutil ruptura entre zona interior y zona exterior del relato, ese sello de estilo en virtud del cual Lang deposita en objetos, en formas exteriores, referencias anímicas estrictamente interiores, adquiere en Deseos humanos una potencia sorprendente.

Poder expresivo

Esto se debe pincpablemente a que, en Deseos humanos, Lang encuentra un objeto cinematográfico de singular poder expresivo y no menos tradición en el cine norte americano: el tren. El tren está incrustado, como acorde argumental, como objeto invasor y misterioso, como presencia amenazante, como tránsito y como alegoría de penetración de la máquina en los territorios vírgenes, en el corazón del western. Lang adoraba los filmes del Oeste y realizó varios. Conocía fondo, por ello, lo que significa el tema del caballo de hierro en las tradiciones del cine norteamericano. Y Lang, en Deseos humanos, lejos del western, lleva estas connotaciones a sus últimas consecuencias, haciendo del tren el cauce alegórico de una pasión interior desbocada y arrolladora.

Lang le pone cuadrícula a una tormenta del espíritu. El tren es el vehículo mítico y mágico de esa energía destructora, al mismo tiempo maléfica y liberadora. Gleen Ford, Broderick Crawford y, sobre todo, la admirable Gloria Grahame -una de las más grandes y peor conocidas actrices norteamericanas- son los vehículos humanos, víctimas de una tensión insoportable, cuya sexualidad indirecta, es decir su erotismo, hace de Deseos humanos una de las películas de amor más violentas y abruptas que se conocen.

Deseos humanos se emite esta noche a las 21.35 por la primera cadena.

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